Sin el ruido de las grandes palabras castellanas, nuestra modesta pero alegre y coloquial pilinga se introduce - con el visto bueno del maestro Saúl Rosales, corresponsal en la Laguna de la Real Academia Española-, en el diccionario de prosapia regionalista " Tolvanera de palabras, pizca en el habla de la Laguna", escrito, corregido, editado, distribuido, autografiado y obsequiado en mano por el periodista Jaime Muñoz Vargas, un lagunero que se precia de pertenencia tripartita en la comarca lagunera de Durango y Coahuila: -Nací en Gómez Palacio, estudié en la ciudad de Lerdo y radico en Torreón.
Ante un selecto público de hispanohablantes también laguneros a quienes les encanta el coloquio, el literato, columnista, profesor y un consumado humorista del lenguaje -sus chistes gauchos, de gallegos y folklóricos de México- son de lo mejor que tiene en su repertorio en voces y mímica y a la vez el mejor intérprete de las voces populares laguneras -"vienes cuajaoo" por ejemplo (dicho con voz arrabalera), presentó su nuevo libro en el vestíbulo del teatro Centauro como parte de los festejos de aniversario de la Unidad Regional de Culturas populares.
823 giros contiene el novedoso libro al que el propio autor califica de "pilinga" porque es breve, pequeño y manejable -apenas 94 páginas- permite a las nuevas generaciones y a los que presumimos de cherrys (me nutro del contenido), adentrarnos en el típico vocabulario lagunero y divertirnos con los chascarrillos que genera cada palabra, generalmente de doble intención: cagotear quiere decir regañar y no lo que ustedes piensan.
Para los viejos contiene una atractiva porción de palabrejas del lenguaje local que ya usábamos porque formaron parte de nuestra cultura inicial pero que se hallaban en peligro de extinción por aquello de las buenas costumbres y la idea equivocada de que no forman parte del lenguaje común y se saldrían del perfeccionamiento que dan la lectura y los conocimientos académicos que no permiten hablar al chile (otra vez).
Aunque dice que no es filólogo -nada más eso nos faltaba- rescata vocablos que disfrazan humorísticamente lo que quieren decir en realidad: zonguirirongui: la zona roja. "Mi tío iba todos los sábados a la zongui etcétera" pone por ejemplo o virote, desnudo, y explica de su propia cosecha: "Se le cayó el traje de baño y salió a virote a la alberca"
Reconoce que el lenguaje no clasista no sólo es propio de la comarca, sino también del norte de México. Para mí, que creía que las sabía de todas todas, me deslumbran vocablos que no conocí en mis tiempos de alburero y de hablar desparpajado: embijar, tabira, aguigui, guámara, cake, cacarulo, camotón y pedero, entre otros "extranjerismos" y trabalenguas tales como descuaringado, chilopastrudo y el mencionado antes: zonguirongui.
Tampoco sabía que perrear quiere decir regañar y que posiento es un presumido que cree saberlo todo; que hacer chile con la cola es lo mismo que molestar preferentemente a las mujeres, que ericso significa dinero y pedero buscabullas.
Entre las voces conocidas por los laguneros y norteños menciona empelotado, enculado, ensarapado, darlas, dejadote y al final del diccionario: zurrar, zafarinfas (no zanfarinfas) y zonero. Vale la pena el recorrido…