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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La esposa de Frankenstein acudió a la consulta de un terapeuta sexual. Su marido, le dijo, no tenía ya los arrestos amorosos de los primeros tiempos. Llegaba a la casa del trabajo -era actor de cine, con el nombre de Boris Karloff-; se aplastaba en el sillón de la sala, frente al televisor; ahí mismo cenaba, y luego se iba al lecho sin mostrar por ella ningún interés. Le aconsejó el especialista que le hiciera a su esposo una cena romántica: vino; velas; música insinuativa -I'm in the mood for love; The way you look tonight; ¿De quén chon?, etcétera-, y todo a media luz. Seguramente eso incitaría los rijos eróticos de su indiferente cónyuge. Al siguiente día volvió la señora. La cena, le contó al terapeuta, no dio resultado: Frankenstein se le había dormido en plena mesa. "Esta noche -le recomendó el terapeuta- vista usted un vaporoso negligé, y luzca bikini negro crotchless, medias de malla con liguero y zapatos altos de tacón aguja. Eso excita a cualquier varón que tenga el alma en su almario". Regresó al día siguiente la mujer: También lo del vaporoso negligé, etcétera, había sido un fracaso: Su marido ni siquiera se había entibiado. "Entonces, señora -dictaminó el facultativo-, ya nada puedo hacer por usted". Y dio por terminada su actuación. Pasaron unas semanas, y un buen día el terapeuta se topó en la calle con la esposa de Frankestein. La señora lucía una sonrisa de oreja a oreja, y más allá. Le dijo ella que finalmente había logrado que su esposo recuperara sus antiguos ímpetus de amante. Le contó: "Una noche de tormenta eléctrica lo saqué al jardín, y ahí hicimos el amor como locos". Inquirió el especialista: "¿Quiere usted decir que la tempestad inspiró a Frankenstein?". "Bueno -confesó la señora-. La verdad es que le até a su pija una cometa". ¡Qué barbaridad! ¡Hizo lo que Benjamin Franklin, que electrificó una llave con su cometa! ¡Ah ingenio femenino!... El nietecito del hombre de negocios le preguntó: "¿Cuántas son 2 más 2?". Preguntó a su vez el negociante: "¿Estás comprando o vendiendo?". La diferencia entre el sexo por dinero y el sexo por amor es que a la larga el sexo por dinero sale mucho más barato. Así como digo una cosa digo la otra. Isidro López Villarreal fue postulado por el PAN como candidato a alcalde de mi ciudad, Saltillo. Ganó la elección por amplio margen, pese a que su antecesor en el cargo, el priista Jericó Abramo Masso, había sido un excelente alcalde cuya gestión fue de gran beneficio para la ciudad. Entre otras cosas, y enfrentando la oposición de las mafias del juego, Jericó logró clausurar todos los casinos que en Saltillo funcionaban, cuya existencia daba lugar a males de todo orden y desorden. Isidro, pese a su falta de experiencia política -es destacado empresario-, hizo una empeñosa campaña política en el curso de la cual se ganó la confianza de los saltillenses, que le dieron su voto. Ahora muchos miran en él un buen prospecto de Acción Nacional como candidato a gobernador en la próxima elección. Yo critiqué a López Villarreal porque una de las primeras cosas que hizo como alcalde fue ordenar que se pintaran de azul panista los letreros que con el nombre de Saltillo están a la entrada de la ciudad en las diversas carreteras que llegan a ella, los cuales estaban pintados con un tono de rojo que nadie identificaba con el PRI. Vi eso como una acción de propaganda partidista que se pagaba con fondos públicos. Poco tiempo después el alcalde me dio a conocer su intención de hacer pintar esos letreros con colores alusivos a ocasiones o eventos de importancia: Verde para destacar la celebración del Día de la Tierra; color de rosa en ocasión de la campaña para prevenir el cáncer de mama, y así. En estos días los letreros aparecen bellamente pintados con las banderas y colores de todos los países participantes en la Copa del Mundo de Futbol. Aindamáis, como antes se decía para decir "además", la labor de pintar así las grandes letras metálicas fue encomendada a grafiteros y a los llamados chavos banda, quienes llevaron a cabo un magnífico trabajo. Alguien podrá decir que todo esto es cosa de detalle, pero lo cierto es que evidencia la buena disposición del alcalde saltillense para escuchar los señalamientos de la ciudadanía, a la cual me honro bastante en pertenecer. Por mi modesta parte le envío un aplauso de reconocimiento, tributado, para mayor efecto, con ambas manos. FIN.

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