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Recuerda Conaculta al poeta José Juan Tablada

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El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) recuerda al mexicano José Juan Tablada, el poeta que introdujo a México el haiku, y quien también destacó como académico, periodista y diplomático, a 141 años de su natalicio.

El 3 de abril de 1871, el barrio de Coyoacán vio nacer a Tablada, personaje de la cultura mexicana que se caracterizo por combinar la literatura y el periodismo, lo que lo llevó a ser considerado un famoso columnista, que mensualmente recibía cientos de cartas de sus lectores.

Entre los periódicos en los que laboró destacan el diario “Excélsior” y “El Mundo Ilustrado”, así como su columna en la sección “Rostros y Máscaras”, de “El Universal” y colaboraciones en ediciones de Estados Unidos, Venezuela y Colombia.

Tablada fue testigo de los movimientos ideológicos de su tiempo y de la bohemia característica de los intelectuales mexicanos, temas que abordó en sus textos.

Estudió pintura en la Escuela Nacional Preparatoria y por un tiempo trató de seguir ese camino. Sin embargo, su verdadera vocación la encontró en la poesía, realizando sus primeros versos en cuadernillos y servilletas que poco a poco ordenó.

“El florilegio” fue su primera obra poética que publicó en 1899, año en que ya colaboraba en diversas publicaciones culturales y de arte, entre ellas la “Revista Moderna”, donde como su nombre lo indicaba, reunía el trabajo de los autores que se autodenominaban “modernistas”.

El vate se relacionó, además, con el mundo diplomático, donde expresó su ideología de que la cultura mexicana debía difundirse con orgullo más allá de las fronteras de este país.

Su segunda profesión le permitió viajar por numerosos países, donde se enriqueció de los movimientos artísticos locales; en Japón se interesó por las filosofías creadoras aplicadas al arte; en Francia conoció los movimientos poéticos que buscaban la representación de las imágenes, como una constante, y en Nueva York, mostró especial interés por la poesía urbana y oscura.

En 1935 regresó a su país deseoso de alejarse del bullicio de las ciudades, razón por la que decidió vivir en el estado de Morelos, donde por más de seis años se dedicó a escribir.

En 1941 fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, donde ocupó el sillón VIII.

Poco antes del término de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) decidió reintegrarse a la vida diplomática y fue nombrado vicecónsul en Nueva York, sin embargo no permaneció mucho tiempo en este puesto, ya que su salud se encontraba deterirada.

El 2 de agosto del mismo año falleció sólo días antes de que fuera arrojada la bomba atómica en Hiroshima y se anunciara la rendición de Japón y el término de la guerra.

La Academia Mexicana trasladó sus restos a la Ciudad de México y fueron sepultados en la Rotonda de las Personas Ilustres. Desde entonces, a Tablada se le reconoce como el poeta fundamental de las nuevas corrientes literarias de América Latina.

Entre sus numerosas obras destacan “Al Sol y bajo la Luna”, 1918; “Un día…”, 1919; “Li-Po y otros poemas”, 1920; “El jarro de las flores”, 1922 y “La feria”, 1928.

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Escrito en: jose juan tablada

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