
Lo que nos hace sentir bien es consumir el tipo de alimento apropiado, en el momento apropiado y en la compañía apropiada.
La comida es un placer, es algo que todo mundo sabe. Lo que no es tan popular es que alimentarse con uno u otro platillo o postres suele dar paso a distintas reacciones.
De acuerdo con el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación, comer lo que nos gusta puede animarnos y hacernos sentir satisfechos y relajados.
Algunos estudios indican que esto puede estimular la liberación de endorfinas, que mejoran nuestro humor.
Pero, hay ocasiones, en las cuales comer los platos favoritos puede provocarnos culpa y remordimiento.
Un buen bocado
Especialistas apuntan por igual que el hecho de que una comida sea atractiva no sólo está relacionado con sus propiedades, sino también depende de cuánta hambre tengamos, de las experiencias previas con ese alimento y las circunstancias sociales en las que se consume.
Los expertos europeos dicen que, en otras palabras: “lo que nos hace sentir bien es consumir el tipo de alimento apropiado, en el momento apropiado y en la compañía apropiada”.
Placeres peligrosos
Hay algunos antojos que son verdaderamente tentaciones, precisa Peter Rogers, sicólogo experimental de la Universidad de Bristol, por ejemplo, tras consumir chocolate, “aparecen los sentimientos de culpa y remordimiento y la persona decide no volver a comerlo".
El potente efecto positivo derivado de comer lo que nos gusta, puede verse disminuido por los sentimientos de culpa que vienen cuando lo tenemos prohibido por algún tipo de enfermedad.
Lo más importante es que nos olvidemos de los sentimientos de culpa relacionados con la alimentación. Para esto, debemos desarrollar una relación sana con la comida y unos hábitos alimentarios realistas y saludables. Esto puede incluir formas de administrar el consumo de nuestras comidas favoritas para aumentar el placer sin incurrir en excesos.
Apuntes de menú
Debemos sacar todo el provecho de los efectos de la comida en nuestro estado anímico.
Los efectos de los diferentes nutrientes se han estudiado en profundidad, pero, hasta el momento, no está claro cuál es su impacto en los estados de ánimo.
Algunos estudios muestran que los hidratos de carbono nos hacen sentirnos relajados y soñolientos, mientras que otras investigaciones no encuentran evidencia alguna de que afecten al estado de ánimo.
Puede que cada persona reaccione de manera diferente ante estos nutrientes, como ocurre en el caso de la cafeína cuyo efecto varía según la sensibilidad de los individuos.
Hay personas que pueden tomar varias tazas de bebidas con cafeína en unas pocas horas sin alteraciones, mientras que otras experimentan los efectos estimulantes de esta sustancia tras tomar sólo una.
Es cierto que existe una interacción entre los alimentos y los procesos químicos de nuestro organismo.
Pero no hay que subestimar el impacto de nuestras expectativas en relación con la alimentación.
Si consumir una comida o bebida determinada normalmente mejora nuestro humor o nos despierta, aunque el ingrediente activo esté ausente del alimento o bebida, seguirá produciendo ese efecto, porque es lo que esperamos.