Hermosa y difícil forma de poesía es el haikai, o haiku. Su gracia y encanto residen en expresar con muy pocas palabras un pensamiento o sensación que lleva al mismo tiempo belleza y profundidad.
Esta pequeña joya literaria se originó en Japón, En México su mayor cultivador fue José Juan Tablada, quien hizo preciosidades como ésta: "Tierno sauz, / casi oro, casi ámbar / casi luz.". O esta otra: "Del verano, roja y fría / carcajada, / rebanada / de sandía". Y esta maravilla referida a los peces voladores: "Al golpe del oro solar / estalla en astillas / el vidrio del mar".
José Rubén Romero, el creador de Pito Pérez, se atrevió alguna vez con el haikai. Hizo uno que dice más o menos así: "Buscando huevos en el gallinero un día / me encontré con los senos de mi prima". Álvaro Obregón, hombre de ingenio, comentó en cierta ocasión: "Romero ha escrito buenas novelas, pero lo mejor de él son los senos de su prima".
Un travieso amigo mío osó también incursionar en ese campo, y con motivo de la elección del último domingo hizo este breve haiku político en el cual quiso resumir el sentimiento de muchos ciudadanos, según se manifestó en las urnas:
"Peje lagarto. / ¿Peje? / ¡Lagarto!".
¡Hasta mañana!...