AYER TUVE UN PEDACITO DE DIOS EN MI MANO.
Una brizna de hierba.
No la corté. En mi caso eso habría sido como cortar la vida. El viento la trajo hasta mí.
Fue como si me hubiera traído un objeto sagrado. En aquella pequeña hoja verde estaban la tierra, el sol y el agua. Estaba también el tiempo, obrero silencioso, y estaba la oculta fuerza que nutre a las criaturas y las hace nacer, crecer, dar nueva vida y morir luego.
La hojita está en el mundo, es cierto, pero también el mundo está en la hojita. Ella es el mar, el cielo, el bosque, los desiertos.
En cada vida están todas las vidas.
En cada vida está toda la vida.
Doy gracias por haber tenido en mi mano este prodigio.
Doy gracias por tener en mí todos los prodigios.
¡Hasta mañana!...
