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CIUDADANÍA LOCAL

ALDO VALDÉS

Hay una noticia que es buena y mala a la vez: Las problemáticas del país no las puede resolver una persona. Esta premisa es bastante obvia y ha quedado más que clara en los últimos sexenios, donde extraña y democráticamente, México ha alternado una y otra vez de partido en su gobierno federal. Al final de cada administración han persistido problemáticas complejas que han provocado estos virajes partidistas y sin embargo, el país ha seguido presentándose como un terreno accidentado y laberíntico. Quizá debamos de dejar de esperanzarnos por macro-proyectos políticos y podamos abordar las problemáticas con otros métodos, desde la ciudadanía y a escala local.

La polarización política de los últimos años no es un fenómeno endémico de México. En muchos lugares los discursos han adquirido narrativas de tragicomedia, provocando apatía y desinterés. Por otro lado, las discusiones han adquirido un tono poco conciliador, no solo entre políticos de distintas facciones, sino entre amistades y familiares. ¿Vale la pena el desgaste? Si aceptamos la primera idea de este texto, la respuesta es no.

Hay forma de pasar página y de intentar trascender estas diferencias, que por cierto son una constante y son necesarias en cualquier democracia. La pluralidad de pensamiento no hace daño y podemos dialogar si nos asumimos como iguales, como ciudadanos y ciudadanas preocupados por su entorno. A pesar de que estos planteamientos parezcan una utopía, la realidad nos demuestra que tenemos bastante poder de decisión y de acción. El tercer sector y la sociedad civil han logrado muchas cosas en poco tiempo y en todos los ámbitos, siempre construyendo puentes con los sectores público y privado.

Aunque el camino no es sencillo, las rutas de la sociedad civil organizada tienen varias ventajas. Los ciudadanos no tenemos que hacer campañas, ni adquirimos compromisos partidistas (más allá de los que se quieran asumir de manera voluntaria), tampoco truncamos nuestros proyectos por un cambio de administración; en cambio, nuestras acciones tienen continuidad, tenemos la facultad de dialogar con otros sectores y de movernos en redes basadas en la confianza. El piso es sólido y podemos construir.

En esta línea, las personas que participan en proyectos o en organizaciones sociales suelen conocer bien las problemáticas. Lo local adquiere relevancia precisamente porque es posible abordar los temas de forma más cercana. En distintas cuestiones de interés público, influyen más las decisiones que se toman a nivel local, que las que viajan desde escritorios a miles de kilómetros. Por eso es importante empezar desde lo más cercano, dirigiendo nuestro análisis y nuestras acciones al entorno inmediato y desde la ciudadanía.

Con las campañas a la vuelta de la esquina, conviene repensar estas cuestiones con el fin de asumir un rol activo como ciudadanos y ciudadanas. El voto es un mecanismo democrático, pero nuestro compromiso debe de ir más allá y ser consistente. Después de los discursos, otras personas ocuparán los cargos públicos. Vale la pena cuestionar qué hay por hacer en nuestra comunidad y cómo podemos participar. Las problemáticas del país no las puede resolver una persona. Sin embargo, la ciudadanía, el sector público y el sector empresarial, pueden abordar temas a escala local y obtener resultados distintos. Probemos otras fórmulas.

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