Columnas la Laguna

ANÉCDOTAS

EL LADO HUMANO DE LOS MÉDICOS

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

Labora, incansable, en Torreón, el doctor Gustavo Canales Quintana y de él soy uno de sus más asiduos pacientes. Me llevan a su lado no solo mis dolores , sino también su trato afable y condescendiente. En la última visita, entre estetoscopios y recetas, le propuse me diera una entrevista con un tema central: el lado humano de los médicos, tanto de los compañeros que se mantienen en una lucha constante y sacrificada contra el coronavirus, como de los que siguen al pie del cañón a nivel particular, como sería su caso, unos y otros entregados a una labor humanitaria.

Los puntos que me interesan se refieren al bajo costo de las consultas, una práctica que se refleja en la atracción de un  mayor número de pacientes de condición económica limitada que les impide acudir a los sanatorios particulares donde las tarifas están por las nubes. Ese ejercicio lo aplica el doctor Canales desde hace tiempo y los resultados se dan con un consultorio y una sala de espera siempre llenos, más en estos tiempos en que la gente enferma ya no acude a las clínicas del IMSS como antes.

Recuerdo que en alguna ocasión el doctor Canales expuso el motivo de ese trato preferencial de su parte, tanto por los motivos señalados como por sus dones altruistas. Los pacientes del médico egresado de la UNAM, sienten que sí los cura y yo sería uno de los testigos.

El galeno que ocupa este texto atiende en un adornado y acogedor consultorio, cálido y amable, el cual denota asimismo un gusto destacado por el arte, reflejado en esculturas de carácter místico y facsímiles de obras de renombrados artistas plásticos, Diego Rivera, Gauguin, por ejemplo; paisajes parisinos de lluvia y encanto, un atardecer luminoso de sol en el río Nazas, y otros muchos más que despiertan la atención de la gente que llega a consulta y de sus acompañantes. En la entrevista propuesta, le preguntaría al doctor Canales: ¿Qué efectos anímicos se reflejan en los pacientes y visitantes al entrar en una galería con aires de museo?, una galería que contiene, además, curiosidades que fueron utilitarias hace varias épocas, una máquina de coser y un teléfono antiguo con su base de sostén para el audífono y la bocina; planchas de fierro calentadas con carbón, cofres y petacas de la época revolucionaria y un muestrario de plantas exóticas, pata de elefante, palo de Brasil, cactus, entre otras; una fuente en miniatura con agua saltarina, un ángel de la guardia derramando quietud espiritual que hace sonreír a Marilyn Monroe, eternizada en un cuadro contiguo y un Cristo emergiendo de la luz celestial derramando bendiciones. Asimismo lo interrogaría sobre sus viajes y acercamientos con la acupuntura y con la docencia. Hago notar que el galeno universitario regala muestras médicas, aderezadas con un afecto que conmueve. En fin, serían incontables las anécdotas que podrían derivar de una plática más a fondo con un personaje de la medicina particular torreonense, en un consultorio que sana alma y cuerpo y aliviana el bolsillo. (De última hora: el doctor  Gustavo Canales se retira y yo también).

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