Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Chinguetas, marido tarambana, llegó incróspido a su casa, esto es decir borracho, ebrio, beodo. Sin desvestirse se tiró en la cama y se quedó profundamente dormido. No tan profundamente: traía un tremendo hipo que sin sacarlo del sueño de la embriaguez lo sacudía en forma tal que preocupó a su esposa. Llamó por teléfono a su madre y le contó el problema. "Mira, hija -le dijo la señora-. Cuando a tu hermano pequeño le daba hipo yo le ataba en su partecita un listón azul, y con eso se le quitaba siempre". No dejó de parecerle extraño aquel remedio a la esposa de don Chinguetas, pero lo puso en práctica. Le ató a su marido un listón de ese color en la parte que dijo su mamá. Para su sorpresa el recurso surtió efecto: en cuestión de minutos el hipo desapareció, y don Chinguetas siguió dormido ya sin sobresaltos. Despertó al día siguiente. Lo primero que hizo -costumbre muy generalizada- fue ir al baño a desahogar una necesidad menor. Se vio entonces el listón aquél. Todavía bajo los humos del alcohol le habló a la parte donde lo traía y le dijo con cariñoso acento: "No sé qué hiciste anoche, linda; pero algo bueno debes haber hecho, porque te dieron el primer lugar". El régimen que encabeza Andrés Manuel López Obrador es presidencialista, centralista y absolutista, igual que los de la peor época del PRI. Uno de los fines que persigue AMLO, se observa claramente, es el de la estatizarlo todo y disminuir lo más posible la acción de los particulares en la actividad económica. Tiende entonces a instaurar monopolios estatistas, llámense abiertamente así, monopolios, o disfrazados con el eufemismo de "rectoría del Estado". De ahí que merezca reconocimiento la decisión de la Suprema Corte de echar abajo los planteamientos monopólicos de la 4T en materia de energía eléctrica, determinación que aplaudo sin reservas, según se verá en seguida: clap clap clap clap clap. Esperemos que López Obrador, cuya tozudez -perseverancia, la llaman sus adictos- es bien conocida, no recurra a expedientes torcidos para burlar o desvirtuar esta decisión de la Corte, basada en criterios de libertad establecidos por la Constitución, a la que me permito desear sinceramente que hoy pase bien su día. Melino y su novia Loretela fueron en el automóvil de él al solitario y oscuro paraje llamado El Ensalivadero, lugar en las afueras de la ciudad al que acuden por la noche las parejitas urgidas de practicar la deleitosa actividad que en lenguaje culterano recibe el nombre de magreo, y que en el habla popular se llama cachondeo, pichoneo o guacamoleo. Ahí Melino le dijo con arrobado acento a su dulcinea: "¡No hallo palabras, vida mía, para describir tus encantos y hermosuras!". Replicó ella: "Y ahí donde tienes la mano menos las vas a encontrar". La hija de doña Gorgona se iba a casar. La señora le obsequió un par de toallas de baño. La de la muchacha decía: "Ella". La del yerno decía: "Eso". Aquel señor sufría de hipertensión. Su esposa lo llevó con el médico de la familia, que le recetó al paciente unas pastillas. Debía tomar una diariamente. Le recomendó además que igualmente cada día se tomara un jaibol de whisky. Unas semanas después el facultativo llamó por teléfono a la señora y le preguntó si su marido estaba siguiendo el tratamiento. "Más o menos, doctor -respondió ella-. En lo de la pastilla tiene tres semanas de atraso, y en lo del whisky lleva ya seis meses de adelanto". Don Poseidón le preguntó al maestro de la escuela: "¿Qué significan las letras 'pro'?". Le explicó el profesor: "Significan 'en defensa de'". "¡Caramba! -se consternó el ranchero-. ¡Que apuros habrá pasado mi compadre Próculo!". FIN.

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