La antigua calle de Santiago, en el Saltillo, donde se halla la casa que fue de mis abuelos y mis padres, está llena de leyendas.
En esa finca de fachada austera y recios ventanales vivió María Asunción Landívar, cuyo novio murió a manos de bandidos que lo asaltaron en el camino de San Luis cuando venía a desposarla.
Un amigo del muerto trajo la tristísima noticia, y recogió en sus brazos a Chonita, que perdió el sentido cuando oyó la fatal nueva.
Luego de unas semanas el fantasma del desaparecido empezó a aparecer a media noche. Se detenía en la reja donde en tiempo feliz charlaba con su prometida. Los vecinos, temerosos, apagaban la luz y se metían en sus alcobas.
Tiempo después se supo la verdad. El tal fantasma era el amigo del novio muerto, que se había enamorado de Chonita a primera vista, y ella de él por lo menos a segunda.
Se casaron.
No sé si fueron felices, pero se casaron.
Y para la historia ése es suficiente final.
¡Hasta mañana!...