Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El padre Pater, misionero, fue a las islas Calentanas, en el Pacífico del Sur, a convertir a los salvajes a la verdadera fe. Después de predicarles ocho minutos los bautizó, confirmó, confesó y administró la primera comunión. Seguidamente procedió a casarlos. Les dijo que hasta entonces habían vivido con sus mujeres como amancebados, ya que no estaban unidos por el fecundo lazo que establece entre los esposos el santo sacramento del matrimonio. Al término del acto el padre Pater, feliz por las conversiones que había logrado hacer entre los paganos, le preguntó al jefe de la tribu cuál de las ceremonias que había oficiado entre ellos les había gustado más. "La del matrimonio -respondió el aborigen con una gran sonrisa-. Todos agarramos vieja nueva". Ya conocemos a Capronio. Es un sujeto ruin y desconsiderado. Cierta vecina suya le mostró llena de orgullo a su pequeño nieto. Le dijo: "¿Verdad que mi bebé es el niño más lindo del planeta?". Preguntó el tal Capronio: "¿De cuál planeta, señora?". El desquiciado Trump está pidiendo a gritos una camisa de fuerza. La estúpida manera en que azuzó a sus partidarios y la violenta acción de éstos en su intentona de tomar el Capitolio son hechos que quedarán registrados como uno de los más vergonzosos episodios en la historia de Estados Unidos. El inmoral magnate ha reculado -las muertes sucedidas hicieron que se asustara de sí mismo-, pero está ya condenado a ser uno de los peores personajes en el largo historial político de la nación vecina. Sorprende, y a la vez preocupa, que en la república que se ha ostentado siempre como adalid de la democracia acontezca algo tan aberrantemente antidemocrático. Eso ha de ser motivo de reflexión para nosotros, mexicanos. El populismo suele llevar tarde o temprano a extremos tales como los que en Washington se vieron, y que en un país como el nuestro se multiplicarían peligrosamente. Muchos riesgos surgen cuando los personalismos absolutistas ocupan el sitio que la razón y la ley deben ocupar. Una lección valiosa ofrece lo sucedido en la capital norteamericana: la democracia está permanentemente en riesgo, y no se debe dar nunca por asegurada. Trabajosamente se consigue, y se pierde con facilidad. Sólo el equilibrio de poderes y el respeto irrestricto a la legalidad pueden ser garantía de ejercicio democrático, y por lo tanto de paz y orden social. En México, por desgracia, hoy por hoy no tenemos ni una cosa ni la otra. La sociedad civil, por tanto, ha de estar alerta. Algún día, como se vio en Estaos Unidos, puede aparecer alguna intentona antidemocrática. Don Rugadito, señor septuagenario, casó con Pomponona, frondosa dama en plenitud de edad. Al comenzar la noche de las bodas el provecto novio le advirtió a la exuberante desposada: "No esperes mucho de mí, mujer. Con los años he perdido facultades". Eso ya lo había pensado Pomponona, que iba dispuesta a que su marido le diera dos o tres besitos y hasta ahí. Grande fue su sorpresa, por lo tanto, cuando el maduro señor le hizo un trabajo como de poderoso semental. Lo mismo en el foreplay que en el performance el añoso galán mostró un vigor como de joven de 20 años, tanto que Pomponona quedó ahíta, exhausta y agotada después de aquella insigne demostración de poderoso másculo. No acabó ahí su asombro. Apenas habían pasado unos minutos del trance cuando el novio se le acercó otra vez con evidentes señas de querer asegundar la acción. "Pero, amor -le dijo ella-. Apenas lo acabamos de hacer ¿y ya quieres otra vez?". "¿Lo acabamos de hacer? -se sorprendió don Rugadito-. No me acordaba. Te lo dije: estoy perdiendo facultades". FIN.

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