Columnas la Laguna

ANÉCDOTAS

¡AL DIABLO CON LA DIETA!

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

Me cambia mis huevos por el hígado, le pedí a la mesera y los demás rieron. No supe por qué. En un principio había pedido como platillo principal, hígado encebollado con frijolitos y una pizca de chicharrón masticado, del cual le solicité una probadita para saber si estaba picoso o no estaba picoso. Fue rápidamente a la cocina y trajo una muestra en un tazón para niños y una cucharita ídem para que lo probara. Y así lo hice. No picaba. -Me da, pues, unos huevos estrellados con frijolitos y chicharrón.

Y se fue al extremo opuesto de la mesa para continuar anotando órdenes en una libretita del tamaño de la palma de su mano. Me llevé la mano -la mía- al mentón luego de darle dos traguitos al jarrito del dulzón cafe de olla mezclado con café americano, un campechano, y pensé en el hígado encebollado. Interpretando mis dudas, Jesús Máximo, a mi lado, aclaró: -Yo lo pedí pero cambié de parecer por aquello del colesterol. Mejor huevos y una tortita española (¿) Por eso, yo también, cambié de parecer y solicité, a voz en cuello, inocente y sin albures, el intercambio mencionado.

Fuimos ocho los comensales reunidos el viernes pasado en el acogedor restaurante de Conchita, en Ciudad Lerdo, disfrutando, por afinidad de antiguedades, de la antañona finca remozada con un estilo europeo y transformada en un recinto de piezas museísticas tales como un espejo de dos lunas, un radio de bulbos de esos que cuando se apagaban de súbito, volvían a funcionar con un palmetazo en los costados; vitrinas de aquella añorada época y de marco, helechos, cuadros plásticos, una fuente, una cúpula y un gran mural ilustrando una provincia mexicana parecida a Taxco, con calles empedradas y geranios en lo balcones.

La edad conjunta de los compañeros "Amantes de la vida", un grupo creado por Juan Manuel González Cerda, -el colega que con su buena ortografía le alegra las mañanas a la escritora Adela Celorio-, para rescatarnos del ocio pernicioso (gracias por las galletas que nos regalaste), arroja un total aproximado de 637 años, un poco más del tiempo que ha transcurrido desde la conquista de México (528 años) por los españoles con alpargatas.

-!Al diablo con la dieta!, exclamó Leonel, el embajador de los pueblos mágicos, luego de leer la lista de alimentos. -Sólo aquí, en estas reuniones, podemos comer lo que en casa no nos quieren dar, lo secundó Felipe, a un lado de Iván Berrón, el que observa el mundo con una larga, larga lupa, preocupado en estos momentos por las similitudes dictatoriales entre López Obrador, Hugo Chávez y Evo Morales, y todos o casi todos de los presentes, pidieron hígado encebollado y huevos rancheros, en franca rebeldía contra la dieta de marras.

Leonel, más cuidadoso con su estómago, ordenó un par de huevos blanditos por abajo y de yema tierna por arriba y les tomó una foto con su teléfono celular para conservar un recuerdo del buen comer, de aquel que hace a un lado la abstinencia y nos lleva al disfrute culinario sin prejuicios ni gesticulaciones. Simón, el articulista cibernético (Horas de angustia, su trabajo más reciente), acudió más circunspecto que en reuniones anteriores. -No has hablado, le dijo Juan Manuel y lo sacó del marasmo.

Entre cucharas y tortillas, tenedores y cuchillos y un apetito que dio cuenta cual torbellino de los alimentos elaborados con la sazón inigualable que les prodigaba Conchita, -el principal de sus legados en ese campo y mantenido sin cambios por su joven heredera, de nombre Georgina Solorio- cada uno de los presentes, comenzando por Juan Manuel, contamos anécdotas y recuerdos, reímos y nos relajamos, sin abrazos ni besos y un tapabocas en posición de espera en la barbilla.

-Nunca me quiso fiar gorditas, dijo aquel aludiendo al nuevo socio de nombre Juan Manuel Alvarado Alfaro. -Le propuse un cambalache de bochos pero no aceptó. Aclaró que su tocayo fue primero banquero y luego gordero, -pero ni me prestó dinero ni me dio gorditas a crédito, insistió.-Ahora sigue en la banca, pero en la de los jubilados.

A nuestro alrededor, se desplegaban las estancias tipo colonial y los pensamientos y reflexiones grabados en las paredes, arriba de ventanas y puertas; una adaptación impresionante que hace de la vieja finca un remanso que alivia los males de los convulsos tiempos modernos y mitiga la soledad que, imperturbable, acompaña a la vejez.

De pronto los ojos brillaron ante la presencia luminosa de Georgina, nuestra anfitriona, la heredera del restaurante familiar de Conchita, quien acudió a la mesa para presentarse y saludarnos, con la sana distancia de por medio. Georgina, por cierto, es presidenta del grupo "Lerdo promete", una asociación que busca el progreso de la Ciudad Jardín y es a la vez crítica tenaz de las fallas administrativas de las autoridades municipales en turno y que día a día exige enmiendas en el quehaer oficial -"pero no nos hacen caso", protestó. De ella son las meditaciones impresas en las paredes: "Dios es amor y su obra divina debemos continuarla haciendo el bien a todos de forma permanente". "Si todos damos amor, recibiremos bondades", dos de ellas.

A Juan Manuel González Cerda le dio gusto informarle que el 9 de enero del año que viene nos vamos a reunir de nuevo en el famoso negocio restaurantero con motivo de su cumpleaños, y ella se alegró aún más, matemánicamente hablando, digo yo. -Este espacio donde desayunan perteneció a la recámara de la abuela, respondió ante las observaciones que hicimos sobre las ampliaciones y apertura de nuevas salas para comodidad de los comensales. Lo manifestó luego del recorrido estilo turístico de los compañeros con González Cerda como guía espontáneo, con visitas a los sitios y muebles originales de la casona que ahora es albergue de los diletantes en tránsito, con merengues, buñuelos, natillas y arroz con leche como postres de salida.

Pero me quedó una duda: ¿Por qué Felipe, el médico cirujano facturado por la UNAM, exorcista de las verrugas, las patas de gallo y los mezquinos, a modo de saludo me dijo: -Higinio ya estás maduro... (chin, pensé, se está refiriendo a mi edad) ...para escribir un libro. (Menos mal).

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