Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

NUEVOS APRENDIZAJES

FLOR A. VARGAS C.

Ya son cuatro meses desde que muchos iniciamos el confinamiento. Algunos lo hemos respetado, prácticamente al 100%, otros restringimos al máximo las salidas, pero en definitiva una gran proporción no lo ha hecho. También es cierto que una gran parte de la población carece de los recursos para subsistir sin trabajar, o bien, dependen de las fuentes de trabajo que, desgraciadamente, se han ido perdiendo a consecuencia del mismo confinamiento.

Lo cierto es que hoy estamos no sólo emproblemados con la cantidad de contagios, sino porque el sistema de salud no se da abasto. Encima, la situación económica cada vez es más compleja.

La “nueva normalidad” va más allá del uso del cubrebocas y de medidas de higiene al ingreso a lugares públicos. Ahora, más que antes, cobra relevancia actuar con mayor consciencia, no sólo en lo individual sino en lo colectivo. Lo que hagamos, bien o mal, siempre ha tenido consecuencias, pero hoy, debido a las condiciones de comorbilidad generalizadas en la población, estamos mucho más propensos al contagio.

Las decisiones de cuidarnos ya no son por evitar enfermar, sino porque de hacerlo y, desgraciadamente, sufrirlo de gravedad, no encontraremos espacio en el sistema de salud, público o privado. Ya ni siquiera las compañías de seguros pueden dar el servicio porque no se encuentran lugares disponibles. Tener dinero o no da lo mismo.

Nos daremos cuenta de que realmente todos somos iguales. Esa debería ser la nueva normalidad. Todos somos humanos y con ello deberíamos tratarnos con dignidad, unos a otros y a uno mismo.

Con dignidad para cuidar de nuestra salud. Si no tenemos buenos hábitos, procurarlos. Ser positivos, pero realistas. Decretar que no se va uno a enfermar, pero sin cuidarse, es inútil. No basta con hacer decretos, hay que actuar consecuentemente.

Somos una sociedad que espera las soluciones desde afuera, que no siempre se asume como responsable de sus actos. Culpamos a nuestros padres por no criarnos adecuadamente (ya sea que nos dieron de más o ni siquiera lo necesario); que si las autoridades (llámese profesor, director, servidor público, etc.) no nos dan lo que creemos merecer; en fin, somos capaces de asumirnos como víctimas y con ello renunciamos a lo que realmente está en nuestras manos: crecer y hacer las cosas mejor la próxima vez.

Nos volvemos indignos al creernos víctimas del sistema. ¿Por qué no mejor nos volvemos protagonistas de los cambios que requerimos? primero con uno y luego, en la suma de cambios, veremos cómo sí podemos avanzar socialmente.

Leer más de Columnas la Laguna

Escrito en: Ibero Transforma

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas la Laguna

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1723601

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx