En los últimos días se han dado a conocer, por medio de comunicados oficiales y ruedas de prensa, los protocolos que serán aplicables para La Laguna de Coahuila y Durango en aras de una reactivación de diferentes sectores de la economía local.
Es importante reconocer, que en esos mismos días, el aumento en número de contagios confirmados y hospitalizaciones fue el de mayor proporción desde el inicio de la crisis sanitaria en nuestra región. Sin embargo, otra crisis azota a los laguneros especialmente desde el mes de marzo.
El Observatorio de La Laguna dio a conocer, de acuerdo con cifras oficiales del IMSS, que tan solo entre marzo y abril se perdieron poco más de cinco mil empleos formales entre Torreón, Matamoros, Gómez Palacio y Lerdo. Las fuentes de trabajo más afectadas son el sector industrial, el de la construcción, comercio y servicios. En los resultados de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) publicada hace un par de días por el Inegi, se puede adelantar un drama aún mayor en los sectores informales de la economía: la población ocupada a nivel nacional disminuyó 12.5 millones en el mismo plazo.
El anuncio de un regreso paulatino a la normalidad ha generado reacciones encontradas en la opinión pública, entre quienes consideran que la reactivación es precipitada y podría agravar la situación sanitaria, y quienes necesitan retomar sus actividades para llevar sustento a sus familias. En este río revuelto, no hay ganancia para el pescador, pero sí la oportunidad de solidarizarnos metropolitanamente para contener, en lo posible, ambos problemas.
La Zona Metropolitana de La Laguna, de acuerdo al marco legal vigente, es un espacio territorial y administrativo en donde concurren competencias municipales, estatales y federales. Aunque seguimos esperando la instalación y operación de los organismos metropolitanos que darán certeza a la planeación y gestión de nuestra región, con la participación de los tres órdenes y la ciudadanía, en este contexto pandémico se han alcanzado acuerdos importantes para procurar que tanto la atención de la salud y la siguiente reactivación compartan vías de comunicación y determinen la toma de decisiones desde esa perspectiva metropolitana, como la toma de pruebas aleatorias contratada por el gobierno de Coahuila y que fueron compartidas también con Gómez Palacio (y ofrecidas a Lerdo, cuyo alcalde inexplicablemente las rechazó), o las reuniones de gobernadores y alcaldes para determinar los protocolos de reactivación.
Lo que reste de esta pandemia, debemos insistir en que las medidas continúen siendo acordadas de manera equivalente para ambos lados del Nazas. Debemos también, como ciudadanía, asumir el rol protagónico que nos corresponde para seguir al pie de la letra las medidas preventivas. Comprendamos que la reactivación económica es una necesidad de subsistencia para miles, y que aún no es el momento para relajar el distanciamiento, provocar aglomeraciones y acudir a convivios sociales no indispensables.
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