Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

LA MATERNIDAD EN EL CONFINAMIENTO

ZAIDE P. SEÁÑEZ MTZ.

Este año tuvimos un Día de la Madre muy distinto a lo que se acostumbra. El confinamiento ha obligado a las familias a improvisar felicitaciones, regalos y otras formas de homenajear a las llamadas reinas del hogar. Algunas mamás se habrán sentido aliviadas por no tener que preparar las grandes comilonas para recibir a los hijos que las visitan cada año. Eso fue un verdadero regalo. Los negocios se prepararon en los días previos con innovadores servicios y promociones para garantizar un venta que mitigara las pérdidas por la cuarentena, que ya más bien es sesentena.

Seguramente muchas de las formas en que agasajamos a nuestras madres nos hicieron recurrir a las tradiciones ante la inminente realidad de no poder salir a comer fuera o llevarlas a pasear. Algunas actividades pudieron incluir prepararle el desayuno o comida favorita, lavar los trastes, organizar una fiesta virtual, ver una película en familia, llevarles flores y dejarlas en la cochera, ofrecerle un bono para una compra en línea, y muchas otras cosas más. Mis sobrinos cantaron y bailaron lo que recordaron de sus festivales escolares. Imagino a mi hermana derramando su lagrimita al ver a sus retoños, bigotones y con voz ronca, bailando y cantando para que por unos momentos olvidara que no iba a ser agasajada de otra manera, sin saber que el mejor regalo ha sido contemplarlos como infantes, como si el tiempo no hubiera pasado.

Se recibieron un sinfín de promociones a través de las redes sociales para agasajar a nuestras madres sin tener que salir de casa; así de simple, con una llamada, un clic o un WhatsApp. Algunas tiendas departamentales organizaron actividades de fitness, mindfulness, moda, nutrición, belleza o salud. Las firmas comerciales no desaprovecharon la oportunidad de estar posicionados en la mente de los consumidores mediante los medios digitales; echaron mano de cualquier cosa para vender algo de sus abultados inventarios.

Quizás lo más triste haya sido que un buen número de madres pasaron un día en solitario, pues los hijos privilegiaron su seguridad (la de sus madres) ante el festejo en familia. También se sabe que hubo quienes hicieron caso omiso de las advertencias y visitaron a sus madres y organizaron reuniones para no pasar el día sin festejar. Es posible que en otros hogares se haya agudizado la tristeza de recordar a la madre ausente en tiempos del COVID-19, pues ya de por sí se viven tiempos de ansiedad y desesperación por tener coartada la libertad de movimiento.

Por otro lado, ser madre en el confinamiento ha implicado que, por si fuera poco el cúmulo de tareas que ya se tiene, se desarrollen habilidades docentes para acompañar a los hijos en su educación en línea; se diseñen actividades de entretenimiento para tener a los más pequeños ocupados continuamente; se aprenda a utilizar los medios electrónicos para aprovisionar de mercancías el hogar. Ha obligado a ser multitareas, además de hacerlas amigas de sus miedos y angustias. Ojalá que el confinamiento represente a las mujeres que trabajan fuera del hogar la oportunidad de gozar las tareas domésticas y de agradecer las ventajas que éste proporciona. La tarea de madre se ha complicado en estos últimos días, pero también ha permitido hacer un alto y valorar todo lo bueno que tenemos.

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