Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Noche de bodas. Terminó el primer trance amoroso y el novio se dispuso a dormir un poco antes del acto segundo. Su mujercita le preguntó: "¿Y el dinero?". "¿Cuál dinero?" -se extrañó el recién casado. "¿Cómo cuál dinero? -exclamó con molestia la muchacha-. ¿Qué cuando te casas ya no te pagan?". Conocemos bien a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Su suegra se quejó con su hija, la esposa del majadero: "Tu marido me llamó 'perra'". "No es cierto -negó Capronio-. No le dije así". "No precisamente -admitió la suegra-. Pero el niño se salió a la calle y él no lo hallaba. Cuando le dije que yo iría a buscarlo me puso en la nariz una de sus camisetitas para que la oliera". En la guerra un obús le llevó a aquel soldado sus atributos de varón. De inmediato fue llevado a un hospital, y el cirujano en jefe le implantó un pene de metal y unos testículos tallados en madera. Acabado el conflicto bélico pasó el tiempo, y un día el médico se topó en la ciudad con el soldado. De inmediato le preguntó cómo le habían funcionado aquellas prótesis. "Muy bien, doctor -respondió el tipo-. Incluso me casé, y soy padre de dos hijos". "¡Fantástico! -se alegró el facultativo-. ¿Qué edades tienen?". Contestó el soldado: "Pinocho está terminando la primaria y el Hombre de Acero ya va a la universidad". Meñico Maldotado, infeliz joven con quien natura se mostró avarienta en la parte correspondiente a la entrepierna, casó con Pirulina, muchacha sabidora. La noche las bodas ella lo vio por primera vez al natural y luego dijo: "Me gustaría hacer esto en una cama de faquir, de ésas con colchón de clavos". Meñico se asombró: "¿Por qué te gustaría hacer el amor en semejante cama". Replicó Pirulina: "Para ver si así siento algo". El hijo de Avaricio Cenaoscuras, el hombre más cicatero del condado, iba a salir con una chica. Don Avaricio se inquietó: seguramente esa cita saldría muy cara. Al regreso del muchacho el agarrado señor le preguntó casi temblando: "¿Cuál fue el gasto?". Declaró el hijo: "20 pesos". "Está bien -suspiró con alivio el manicorto-. No fue mucho". Precisó el chico: "Es todo lo que ella traía". (Bien lo dice el refrán mexicano: "Hijo de colote, chiquihuite"). Aquellos dos amigos solían jugar golf los domingos. Uno de ellos batallaba mucho para que su esposa le diera permiso de ir al club. La mujer le decía hecha un basilisco: "¿Acaso soy soltera o divorciada para estar sola en la casa? ¡Me niego terminantemente a ser viuda del golf!". El amigo le aconsejó: "Haz lo que yo. Por la mañana temprano le digo a mi mujer: 'Estoy algo indeciso. No sé si ir al club a jugar golf o quedarme contigo a hacer el amor'. Ella se da la vuelta en la cama y me dice: 'No se te olvide llevar la gorra'". El pequeño llegó llorando de la escuela. Entre lágrimas le contó a su mamá: "¡Todos los niños me dicen el Narizón!". "No les haga caso m'hijo-lo consoló la madre-. Ande, tráigame una sábana para limpiarle su naricita".Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, llevó a Susiflor, muchacha ingenua, al solitario y penumbroso sitio llamado El Ensalivadero. Ahí, en el asiento de atrás del automóvil, el torpe galán sació en la cándida doncella sus rijos de lascivia, libídine y lubricidad. Al terminar el indebido evento ella se echó a llorar. "¡Lo que me acabas de hacer -gimió- no tiene nombre!". "Cómo no -opuso el tal Pitongo-. Se llama follar, joder, yogar, coger, refocilarse, fornicar, celebrar el H. Ayuntamiento, piravar. desgastar el petate, desvencijar la cama, hacer que rechine el catre, pisar, echar un brinco, aventarse un capirucho, practicar el foqui foqui, darle de cenar a Pancho, copular.". FIN.

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