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LA TOLERANCIA: PROPÓSITO DE AÑO NUEVO

MAESTRA ZAIDÉ SEAÑEZ

Muchas personas acostumbran elaborar una lista de propósitos para el nuevo año. Creo que en el fondo subyace la intención genuina de ser mejores personas, más comprensivas, más saludables y más felices. Aprovechando este estado propositivo le invito a reflexionar sobre la tolerancia, esa actitud que se da cada vez con menor frecuencia en las personas debido a la modernidad líquida, concepto acuñado por el sociólogo Zygmund Bauman para describir el estado fluido y volátil de una sociedad con valores menos sólidos, lo que ocasiona relaciones interpersonales débiles y menos humanas.

Creo firmemente que la tolerancia es una actitud básica en muchos aspectos de nuestra vida. Respetar las opiniones, ideas, actitudes, creencias, formas de amar o costumbres de otras personas cuando no coinciden con las nuestras evita conflictos de diferente índole y magnitud. Esta habilidad se empieza a desarrollar y practicar en el núcleo familiar, donde la convivencia diaria con padres y hermanos nos obliga a identificar otras maneras de pensar, sentir y actuar. Quizás haya sido más sencillo desarrollarla para quienes tuvimos el privilegio de crecer en familias numerosas, pues había que negociar con más de un hermano, o hasta con primos, abuelos y tíos, con quienes cohabitamos. En los tiempos actuales, si las parejas deciden tener hijos, son pocos, lo que estrecha la posibilidad de tener en casa un taller de práctica de la tolerancia.

Ser tolerante es fundamental en las relaciones interpersonales. En una exitosa relación de pareja no sólo implica respetar y aceptar al otro con todas sus diversidades, sino también apreciarlas. Aprender a tolerar implica saber escuchar y expresar asertivamente nuestras opiniones, ser empático y jamás burlarse o herir al otro por ser-elegir-decidir-sentir-amar diferente; requiere ser consciente de lo diferente no hace mejor ni peor a una persona. La tolerancia es clave en la construcción de una verdadera amistad, pues es imprescindible sentirse cómodo y confiado para intercambiar-se con el otro. En lo laboral no siempre corremos con la suerte de contar con un ambiente cordial, un jefe justo o compañeros afables, por lo que se requiere practicar constantemente esta actitud.

Es un recurso útil en el ambiente político o religioso, pues habitar en sociedades pluralistas exige mantener una responsabilidad cívica para el desarrollo de la democracia y la convivencia.

La intolerancia desemboca en guerras, violencia, suicidios, discriminación, divorcios, frustración o depresión. Practicar la tolerancia no implica soportar al otro o lo otro porque no hay más remedio; es tratar de entender-lo y acepar-lo a partir de nuestra diferencia, que es lo que nos hace únicos e irrepetibles, más humanos y sensibles ante lo que el otro representa. Inicie el año con este buen propósito… y no olvide que lo primero es ser tolerantes con nosotros mismos. Feliz 2020.

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