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La tinta de Jack London

Hoy se cumplen 144 años del natalicio de este escritor norteamericano

Clásico. Jack London pertenece al grupo de autores fundamentales para la literatura universal. Su obra sigue siendo influencia entre lectores y escritores. (CORTESÍA)

Clásico. Jack London pertenece al grupo de autores fundamentales para la literatura universal. Su obra sigue siendo influencia entre lectores y escritores. (CORTESÍA)

SAÚL RODRÍGUEZ

Su vida fue un espejo de su obra, un reflejo literario lleno de aventuras. Jack London es un nombre impreso en el parnaso de los grandes autores. La tinta de su letra sigue indeleble. Su influencia, indiscutible, tuvo su prólogo en la bahía de San Francisco a partir de 1876, año en que la Costa Oeste de Estados Unidos recibió en sus brazos al escritor de Colmillo Blanco.

La infancia de Jack London se torna en claroscuros. Fue hijo biológico del astrólogo William Chaney, un tipo mujeriego que incluso llegó a negar su paternidad. Más tarde, su madre, Flora Wellman, contrajo nupcias con John London, un carpintero.

Los caminos de la bahía lo llevaron a explorar lugares donde se gestaba la crueldad humana. Ser testigo de aquellos actos forjó en su ser una aptitud para transportar la realidad a la ficción. A los 10 años de edad tuvo que empezar a vender periódicos en las calles y a limpiar las cubiertas de los yates que anclaban en la bahía, para conseguir dinero. La miseria, el hambre y el trabajo fueron sus compañeros de juegos. Aunque él mismo decía que tunca tuvo un juguete, que tampoco tuvo niñez y que nunca fue niño.

Llegó el año 1883 y la novela Signa, de la escritora inglesa Ouida, le inspiró para dedicarse al arte literario. En esa historia, Ouida relata cómo un simple campesino italiano, sin ninguna clase de estudios, alcanza la fama como un compositor de ópera. La imagen era clara: incluso un ser humano hundido en la inmundicia podía probar las dulces mieles del éxito.

London alcanzó mayoría de edad en el florecimiento de una corrupción política estadounidense. Entonces, el siglo XIX agonizaba y la Costa Oeste era asfixiada por el monopolio del ferrocarril Southern Pacific. El país estaba en crisis.

Pero él ya había decidido tomar el timón de su navío. Desde muy joven se embarcó a recorrer el océano, como aquel lector que se adentra en lo desconocido en busca de un horizonte. Llegó hasta Japón y regresó a Oakland para trabajar en un molino de yute. La vida también lo llevó a Alaska en busca de oro. A su retorno comenzó a escribir sobre el papel de sus memorias. Estaba enfermo y había fracasado. Así plasmó cada aventura lejos de la bahía, cada experiencia dentro de la ciudad y cada desafío de la naturaleza.

Uno de sus sueños consistió en entrar a la Universidad de California. Tras un verano de estudio intenso, logró su cometido. Pero sus problemas financieros lo obligaron a dejar las aulas. La vida a veces es así, una lucha constante no garantiza la eternidad de la cima.

SU OBRA

La narrativa de London surca en las aguas donde hombres se enfrentan a una naturaleza hostil. Esa era la vitalidad literaria de Jack: ascender a una cima temporal desde el abismo de la mediocridad.

Incluso, su obra mereció las palabras de personajes importantes. León Trotsky dijo en su momento:

"London ha sabido traducir, como un verdadero creador, el impulso dado por la primera Revolución Rusa, y también ha sabido repensar la totalidad del destino de la sociedad capitalista a la luz de esta revolución […] El crecimiento de la riqueza y del poder en uno de los polos de la sociedad, de la miseria y de los sufrimientos en el otro polo; la acumulación del odio social, el ascenso irreversible de cataclismos sangrientos: todas estas cuestiones las ha sentido London con una intrepidez que incesantemente nos obliga a preguntarnos con asombro cuándo estas líneas fueron escritas, ¿fue acaso antes de la guerra?"

A las loas también se sumaron otros nombres como el escritor francés Anatole France y el británico George Orwell.

Los libros de Jack London incluyen grandes clásicos como La llama de lo salvaje (1903), El lobo de mar (1904), Cuentos de la Patrulla Pesquera (1905), Colmillo blanco (1906) o El talón de hierro (1908), entre otros.

Quizá Colmillo blanco puede colocarse como su obra más destacable. En ella, London retrata en letras la historia de un lobo gris, hijo de un lobo tuerto y una perra salvaje, quien tuvo que vivir entre humanos y lidiar con sus estilos de vida y sus costumbres.

Así, Jack London es ese lobo que tuvo que afrontar sus cuitas en San Francisco. Un ser que tuvo que aprender a la mala y desarrollar sus defensas para no sucumbir en un mundo lleno de desventuras. La tinta de su pluma cesó de fluir el 22 de noviembre de 1916.

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