En la antigua casa de Ábrego habitan dos fantasmas que por la noche se presentan.
Uno es la nostalgia.
El otro los recuerdos.
La nostalgia llega a la cocina donde he quedado solo con el pretexto de beber una última taza de té de yerbanís. Ahí la nostalgia y yo hablamos de las cosas idas. Al terminar ella se va y me deja su melancolía.
Luego, en la alcoba oscura ya, vienen los recuerdos. Veo a mi esposa, muchacha de 19 años, y a mis hijos, pequeños todavía. Y me miro yo mismo con mis sueños que parecían realidad y mis realidades que ahora parecen sueños.
Me gusta la visita de los recuerdos y de la nostalgia. Es agradable su conversación, que empieza siempre con las mismas palabras: "¿Te acuerdas?". Les agradezco que me devuelvan los días que ya no volverán, que me den el presente del pasado.
Esta noche volveré a sentir el goce de estar triste. Cuando los recuerdos y la nostalgia lleguen les diré: "Bienvenidos", y charlaré con ellos antes de que yo mismo sea una nostalgia apenas sentida, un recuerdo apenas recordado.
¡Hasta mañana!...