Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"En cosas de la cama mi marido lo hace de perrito". Las amigas de doña Lobarda, la esposa de don Calendárico, señor de muchos años, se asombraron al oír eso. "¿De veras?" -preguntó una. "Sí -confirmó doña Lobarda-. Cuando en la cama me le acerco con intención romántica se da la vuelta y hace el muertito". Himenia Camafría, madura señorita soltera, le contó a su amiguita Celiberia: "Estoy leyendo una novela pornográfica. Es el libro más indecente, más sucio, más asqueroso e inmoral que ha caído en mis manos. Tiene 665 páginas. Afortunadamente ya lo estoy terminando". El nutriólogo le dijo con solemne acento a Pirulina: "Somos lo que comemos". "Ah, caray -se preocupó ella-. Entonces yo soy rápida, fácil y barata". La robusta señora acudió a la consulta del doctor Duerf, analista de gran fama. Después de 302 sesiones el siquiatra le dio su diagnóstico: "Tiene usted doble personalidad". Esa noche la señora le informó a su marido: "Dice el doctor Duerf que tengo doble personalidad". "Ya lo he notado -replicó el señor-. Y comes por las dos". San Pedro, el portero celestial, aplicaba un examen a los varones antes de admitirlos en la morada de la eterna bienaventuranza. Quería estar seguro de su pureza y castidad, y de que habían dejado en la Tierra todos sus bajos instintos de carnalidad. El tal examen consistía en colgarles una campanita en la alusiva parte, y luego hacer desfilar ante ellos a una mujer de exuberantes formas completamente desnuda. La campanita sonaba siempre, y los examinados tenían que ir a pasar otra temporada en el purgatorio. Sucedió una vez que el examinado permaneció impertérrito ante los encantos de la voluptuosa fémina. No se excitó al verla, y por lo tanto no se agitó la campanita. Feliz, el apóstol de las llaves le dijo al individuo: "Has aprobado el examen. Eres puro como un nardo, casto como una azucena. Bienvenido seas a la morada celestial". Así diciendo ordenó a sus ayudantes: "Entréguenle la llave del Cielo". La trajo un ángel de apostura singular. Entonces sonó la campanita. La esposa de Babalucas le ofreció: "¿Te preparo una hamburguesa?". "Sí -aceptó el tonto roque-. Pero no le pongas catsup. Ya sabes que el médico me tiene prohibido que coma carne roja". Doña Frigidia es la mujer más fría del planeta. En cierta ocasión pensó ir de vacaciones a las Islas del Sur, y ese solo pensamiento bastó para helar toda la cosecha de ananás en la región. Una noche su esposo don Frustracio se le acercó en la cama. "¿Qué quieres?" -le preguntó ella, que estaba ya dormida. Respondió con voz tímida el señor: "Quiero hacer el amor". Doña Frigidia se enojó: "¿Y para eso me despiertas? ¿Qué no sabes dónde están las cosas?". Doña Cebilia, mujer sumamente entrada en carnes, se dispuso a darse un chapuzón en el mar. Oyó que un muchachito la proponía a otro: "¿Nos metemos en el mar?". "Ahora no podemos -oyó la robusta dama que contestaba el otro-. La señora lo va a usar". Don Chinguetas le dijo a doña Macalota: "Nuestra hija se va a casar. Deberías decirle cómo portarse en la noche de bodas". "Ay, Chinguetas -suspiró ella-. Decirle a una chica de hoy cómo portarse en la noche de bodas es como enseñarle a Einstein a sumar". Cuando el hombre volvió en sí de la operación vio en torno de su lecho a un grupo de consternados médicos. "Incurrimos en un pequeño error -le dijo uno-. En vez de sacarle el apéndice le hicimos una operación de cambio de sexo. Ahora es usted mujer". "¡Santo Cielo! -se espantó el sujeto-. ¿Quiere eso decir que ya no tengo lo que tenía antes?". "Lo tendrá cuantas veces quiera -lo tranquilizó el facultativo-. Pero será de otros". (No le entendí)... FIN.

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