Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

LA PSICOLOGÍA DEL MEXICANO AYER Y HOY

CLAUDIA RIVERA MARÍN

Siempre me he preguntado qué situaciones o causas motivan ciertas actitudes del mexicano, a diferencia de las personas de otros países. Sé que una buena explicación radica en distintos elementos de nuestra cultura, como nuestros conocimientos, tradiciones y costumbres que son compartidas por los miembros de una sociedad. Estos elementos pueden irse transformando con paso del tiempo, pero en el caso del mexicano hay características que permanecen iguales: la modernidad y la globalización no han provocado un cambio decisivo.

El autor Santiago Ramírez escribió el libro "El mexicano, psicología de sus motivaciones", en el que hace una reflexión muy interesante sobre los enigmas y contradicciones del mexicano, y trata de conectar su historia desde la conquista de nuestro país con las manifestaciones actuales de su comportamiento. La primera edición data de 1959 y es una recopilación de artículos y conferencias impartidas por el autor, quien falleció en 1989.

En su libro, Ramírez hace referencia a sucesos históricos que han impactado la personalidad e identidad del mexicano y revisa temas como el de la familia, el lenguaje y las tradiciones; trata de explicar los orígenes de conductas tales como el malinchismo, el "valemadrismo" y el fervor guadalupano. La frase "el ser humano no es una entidad independiente en el tiempo, sino anclada al pasado y determinada por él", sería un buen ejemplo de lo que el autor pretende decirnos en esta obra, en donde pone atención especial a la desvaloración de la mujer como antecedente del machismo, ya que relaciona al hombre español con la mujer indígena y la discriminación que ellas sufrían, lo que según el autor es causa de que el mestizo continúe con esta discriminación que da lugar al machismo, actitud de superioridad que prevalece en esta época a pesar de los avances del movimiento feminista.

Es a partir de la conquista que la pérdida de identidad y cultura inicia, ya que los conquistadores trataron de imponer la propia, empezando por renombrar ciudades: Nueva España, Nueva Galicia o un nombre híbrido en pueblos más pequeños como Salamanca de Xicalango. Respecto de la familia, Ramírez nos explica que los mexicanos tenemos "exceso de madre, ausencia de padre y abundancia de hermanos". Desde entonces, el padre estaba ausente y cuando aparecía era para recibir atenciones, no tenía obligación alguna para su esposa, ni siquiera fidelidad. La relación con su familia estaba plagada de violencia e indiferencia y la mujer debía aceptar pasivamente la situación. Toda esta crisis de identidad los lleva a utilizar máscaras o salidas falsas que oculten las propias debilidades, a desafiar el orden y las leyes o la necesidad de ser "muy macho". Esta descripción se acerca bastante a lo que aún vemos en la familia mexicana, aunque todo lo anterior tal vez esté más arraigado en ciertas zonas o clases sociales.

Quizás es un tanto fatalista, pero la descripción del mexicano que nos ofrece Santiago Ramírez varía muy poco de ayer a hoy, a pesar de que han pasado 500 años. Sin duda, esta lectura ofrece algunas respuestas para aquéllos que, como yo, se pregunten por qué los mexicanos somos así.

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