El éxito empresarial es el objetivo de cualquier empresa, desde un pequeño empresario hasta de una multinacional. Esto consiste básicamente en conseguir un negocio solvente, que crezca día a día, incrementar su facturación anual, ampliar la plantilla laboral y generar mayores utilidades. Es una obsesión constante de todas las personas que constituyen una empresa y aunque nadie tiene la fórmula mágica para lograrlo, se pueden seguir algunas pautas concretas que, si bien no son infalibles, pueden ayudar al empresario a situar su negocio en una posición estratégica.
Fundamentalmente el éxito de la empresa va a depender de la gestión y liderazgo interno, es decir, todo lo referente al proceso de administración de una empresa, que engloba las funciones o etapas gerenciales de planeación, organización, dirección, ejecución y la evaluación o control del desarrollo empresarial.
La administración como actividad humana se remota a los orígenes del hombre, no es exagerado afirmar que ya desde la formación conocida como horda existían vestigios de un tipo de organización que aun cuando rudimentaria en exceso, tendía a utilizar las ventajas que brinda la unificación de esfuerzos individuales en grupo, por medio del cual era factible enfrentar de una manera más efectiva los múltiples peligros que acechaban a los individuos, además de procurarles mejores medios de subsistencia. Chiavenato explica que la conjugación de esfuerzos y propósitos, como antecedentes remotos de la actividad administrativa, seguramente surgen en el ser humano cuando se percata de que sólo la cooperación y el trabajo coordinado con sus semejantes le permitirá desenvolverse en un medio hostil.
El espíritu de cooperación en su forma más elemental, se inicia con el agrupamiento de los hombres para la caza o proteger a los suyos de las inclemencias del medio ambiente, éste espíritu va de la mano con la evolución del hombre hasta llegar a nuestros días y constituir una compleja teoría como lo es la administración, como un proceso del que se valen las organizaciones para lograr sus objetivos.
Otra clave es la creatividad y la innovación, de un trabajo sistemático en equipo y de la cultura empresarial. Todas las organizaciones deben estar enfocadas en un mismo objetivo común: cómo servir mejor a las personas que compran sus productos y servicios, y que queden totalmente satisfechos, puesto que el éxito de la misma va a depender en gran medida de esto.
El elemento humano es el más importante en la organización, pues de éste depende el buen funcionamiento de la empresa y el logro de los objetivos propuestos. Solamente a través del talento humano es posible utilizar otros recursos con efectividad. Para el ejercicio de la administración se requiere un ambiente que permita el desempeño de las personas para el logro de un objetivo común, es decir, la motivación, que no es más que la voluntad de ejercer altos niveles de esfuerzo hacia las metas organizacionales, condicionadas por la habilidad del esfuerzo de satisfacer alguna necesidad individual.
Según Robbins, un aspecto fundamental para el éxito empresarial es la planeación, entendida como el hecho de definir objetivos, ordenar recursos materiales y humanos, determinar los métodos y formas de organización; establecer medidas de tiempo, cantidad, calidad, y localización especial de las actividades. También contempla la definición de metas, el establecimiento de la estrategia a seguir y el desarrollo de planes para coordinar actividades. Con la ayuda de la tecnología que existe en la actualidad, se pueden diseñar estrategias con las distintas alternativas con que se cuenta y así poder hacer planes flexibles que se adapten a las circunstancias del medio ambiente cambiante.
Por último, es importante que una empresa tenga definidas sus metas y objetivos, pues de lo contrario, el personal que integra la organización no sabrá cuál es su desempeño esperado, y por consiguiente, los resultados esperados no van a ser satisfactorios.
