El Quijote II, II
Luego de que Don Quijote se entera de que por el encantamiento que sufre su amada señora Dulcinea del Toboso, a él no le es permitido contemplar su extraordinaria belleza, sino sólo fealdad en ella, en contraste con la hermosura que sí observan los demás, de acuerdo al embuste fabricado por Sancho Panza, el caballero andante se sume en profunda tristeza. Es tanta que Sancho la nota y entonces le dice:
"-Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias: vuesa merced se reporte, y vuelva en sí… avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes. ¿Qué diablos es esto? ¿Qué descaecimiento es éste? ¿Estamos aquí o en Francia? Mas que se lleve Satanás a cuantas Dulcineas hay en el mundo, pues vale más la salud de un solo caballero andante que todos los encantos y transformaciones de la tierra"
"-Calla, Sancho -respondió don Quijote con voz no muy desmayada-. Calla, digo, y no digas blasfemias contra aquella encantada señora, que de su desgracia y desventura yo solo tengo la culpa: de la envidia que me tienen los malos ha nacido su mala andanza".
"-Así lo digo yo -respondió Sancho-: QUIEN LA VIDO Y LA VE AHORA, ¿CUÁL ES EL CORAZÓN QUE NO LLORA?"
Sancho cita en esta conversación un antiguo dicho castellano: "Quien te vido y te ve agora, ¿cuál es el corazón que no llora?" ¿Qué le quiso decir el escudero a su señor al mencionarlo? Que ante alguna desgracia, pérdida o mala ventura que alguien sufre, en contraste con una mejor situación anterior, es natural que el corazón llore, se sienta triste, pero no sufrir en demasía tal tristeza. Porque entonces, dice Sacho, el hombre se convierte en bestia.
@jagarciavilla
