La respuesta de la gente fue inmediata al momento de conocer la infausta noticia, sus restos fueron velados en la casa familiar, celebrándose los servicios religiosos en la Parroquia de San José, oficiada por tres sacerdotes y el canto del coro. (EL SIGLO DE TORREÓN)
La sociedad de Cuatrociénegas conmocionó por la muerte de Héctor Fernando Manrique Jiménez, una persona sumamente apreciada en este municipio quién fallecido repentinamente víctima de un paro cardíaco.
“Picos” Manrique, como así lo conocía todo mundo, de profesión ingeniero egresado del Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), procreó cuatro varones con su esposa, Adela Chávez de Manrique, cuyos nombres son: Héctor Fernando, René Francisco, Mario e Hilario Manrique Chávez.
Este apreciado personaje, tenía 61 años de edad, inundando nuevamente de dolor a sus hermanos: Hilario Gabriel, María Concepción y Francisco, debido a que todavía no superan el fallecimiento de su madre, doña María Concepción Jiménez de Manrique.
La respuesta de la gente fue inmediata al momento de conocer la infausta noticia, sus restos fueron velados en la casa familiar, celebrándose los servicios religiosos en la Parroquia de San José, oficiada por tres sacerdotes y el canto del coro.
El ingeniero Héctor Fernando Manrique Jiménez, fue despedido en el bicentenario templo católico, donde sirvió durante muchos años, iniciando como acólito con un profundo amor a su religión, además de ser un ciudadano ejemplar dechado de bondad, quién además tuvo distintos cargos públicos, políticos, sociales y dedicado a la vida empresarial.
Hubo palabras de sus queridos amigos y de su hijo, que rebotaron como eco en las tres naves de la histórica Parroquia, afirmando todos lo que sus oídos escuchaban de importante presencia y trascendencia del respetado ciudadano.
Querido y apreciado por todos, “Picos” Manrique fue despedido por cientos de personas, que con lágrimas y bastante sentimiento, le entregaban el postrer reconocimiento a su siempre positiva trayectoria en la vida cotidiana de la Ciudad Prócer.
Sus restos descansan en el Panteón San José, al lado de sus queridos padres, don Panchito y doña Conchita Manrique.
