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CERVANTES 400 AÑOS

'MEDITACIONES DEL QUIJOTE'

CERVANTES 400 AÑOS

CERVANTES 400 AÑOS

Juan Antonio García Villa

Tal es el título del primer libro, publicado en 1914, escrito por el célebre pensador y prolífico autor español José Ortega y Gasset, cuando tenía 31 años de edad. Contra lo que algunos suponen, su título no es Meditaciones sobre -sino del- Quijote. Claramente se trata de una obra de corte filosófico más que de crítica literaria. Y aunque apenas supera las cien páginas, su texto es de enorme densidad, como se dice cuando el contenido, por su profundidad, exige lectura atenta y meditativa.

Es precisamente el caso de "Meditaciones del Quijote". A grado tal lo es, que uno de los más notables discípulos de su autor, el también filósofo español Julián Marías (nacido por cierto en 1914, año de la publicación del libro) escribió en 1950 respecto de éste lo siguiente: "Pienso que todavía no ha sido leído en serio por más allá de media docena de personas". Es decir, ¡que después de 36 años apenas seis personas habrían leído bien el libro! O en serio, según Marías.

Fue en esa ocasión cuando el propio Julián Marías se propuso algún día "hacer una edición con lo que llamaban los humanistas 'comentario perpetuo', a razón de dos o tres líneas por cada una de texto; y es posible -escribió entonces- que provoque algún rubor al mundo intelectual de lengua española".

Pues bien, ese día llegó hasta 1984, casi treinta años después de fallecido -en 1955- Ortega y Gasset, cuando apareció la edición de las Meditaciones anotada por Marías. Anotaciones que no fueron como él había dicho a razón de dos o tres líneas por cada una de texto, sino más bien me parece que a razón de cuatro o cinco. Pero excelente edición, muy superior a la realizada por Paulino Garagorri, otro filósofo español seguidor también de Ortega y Gasset.

Sin embargo, es Garagorri quien, con toda razón, dice de las Meditaciones que "lejos de ser (aunque de hecho fue) una obra primeriza (de su maestro) ha de figurar entre sus páginas más considerables", pues "la interpretación de la filosofía de Ortega exige necesariamente la atenta lectura de estas meditaciones cervantinas".

No al inicio sino ya muy avanzado el texto, Ortega y Gasset confiesa a sus lectores cómo fue que le vino en mente escribir las Meditaciones. Dice que una tarde de primavera, al andar por el bosque que circunda el Monasterio del Escorial, "nuestra gran piedra lírica", sus pensamientos lo "llevaron a la resolución de escribir estos ensayos sobre el Quijote". Ensayos, aclara al principio del libro, que "carecen por completo de valor informativo" y están asimismo "exentos de erudición", por lo que "yo agradecería al lector -escribe- que no entrara en su lectura con demasiadas exigencias".

Precisa el autor el objeto de su libro, así: "En las meditaciones del Quijote intento hacer un estudio del quijotismo. Pero hay en esta palabra un equívoco. Mi quijotismo nada tiene que ver con la mercancía bajo tal nombre ostentada en el mercado. Don Quijote puede significar dos cosas distintas: Don Quijote es un libro y Don Quijote es un personaje de ese libro. Generalmente, lo que en buen o en mal sentido se entiende por 'quijotismo', es el quijotismo del personaje. Estos ensayos, en cambio, investigan el quijotismo del libro".

Procede entonces plantearse, como en efecto hace el autor: "¿qué es el Quijote? ¿Sabemos bien lo que de la vida aspira a sugerirnos?" No sin frustración comenta a continuación: "Las buenas iluminaciones que sobre él han caído proceden de almas extranjeras: Schelling, Heine, Turgueniev… Claridades momentáneas e insuficientes. Para esos hombres era el Quijote una divina curiosidad: (pero) no era como para nosotros, el problema de su destino".

Agrega a continuación: "Seamos sinceros: el Quijote es un equívoco. Todos los ditirambos de la elocuencia nacional no han servido de nada. Todas las rebuscadas eruditas en torno a la vida de Cervantes no han aclarado ni un rincón del colosal equívoco. ¿Se burla Cervantes? ¿Y de qué se burla?"

Como Ortega considera que el autor de El Quijote tiene la clave española, exclama: "¡Ah! Si pusiéramos con evidencia en qué consiste el estilo de Cervantes, la manera cervantina de acercarse a las cosas, lo tendríamos todo logrado". "Si algún día viniera alguien y nos descubriera el perfil del estilo de Cervantes, bastaría con que prolongáramos sus líneas sobre los demás problemas colectivos para que despertáramos a una nueva vida. Entonces, si hay entre nosotros coraje y genio, cabría hacer con toda pureza el nuevo ensayo español".

En esa línea, con hondura de convicción y gran emotividad, Ortega y Gasset escribe: "Es, por lo menos, dudoso que haya otros libros españoles verdaderamente profundos. Razón de más para que concentremos en el Quijote la magna pregunta: Dios mío, ¿qué es España?"

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