La enigmática atmósfera comenzó a tomar forma con las notas de un piano. Poco a poco su intensidad bajó y el violín de Malikian resonó en el lugar.
La enigmática atmósfera comenzó a tomar forma con las notas de un piano. Poco a poco su intensidad bajó y el violín de Malikian resonó en el lugar. Ya una vez había pasado por estas tierras ese peculiar violinista, un hombre que suele hacer de la música toda una experiencia y que parece que lo clásico no le va, pero forma parte de su ser; un libanés de inconfundible cabellera que hace reír, para luego conmover y sorprender al tocar sus cuerdas enérgicas. Ara Malikian estaba de regreso en Durango.
Autor: OSVALDO RODRÍGUEZ CASTRO , publicada el 05 de junio de 2019