Hace cuarenta años, los trabajadores del cementerio de San Bernardo, un pequeño pueblo a unos 70 kilómetros al sudoeste de Bogotá, abrieron algunos viejos ataúdes y se llevaron una sorpresa: los cuerpos que reposaban en su interior estaban momificados y cómo los cadáveres se conservaron así sigue siendo un misterio.Las momias de San Bernardo conservan intactos sus cabellos, dientes y uñas. El saber local dice que la composición química de la tierra en el área, el cosumo de una fruta indígena espinosa parecida a una baya llamada el guatila, y el clima seco, pudieron haber hecho posible la preservación de los cadáveres. Foto: AP 30 julio 2003
publicada el 30 de julio de 2003