Stomp no es precisamente una sinfonía de instrumentos, ni una coreografía dancística. Es más bien un grupo rítmicamente coordinado, con personalidades bien definidas que el público puede apreciar a simple vista.Stomp empezó a bailar en Brighton, Inglaterra. Luke Cresswell y Steve McNicholas fueron los creadores de esta peculiar manifestación urbana, que actualmente se presenta con regularidad en Nueva York.La escenografía jugó su parte... de repente, de los tambos, rines y demás accesorios colgados, de todas partes salió la música urbana, que ha llevado al grupo a alcanzar la fama mundial de que goza. En otro momento, con las luces apagadas y con encendedores en mano crearon una escena inolvidable para los casi mil 500 asistentes que correspondieron con un estruendoso aplauso. Y al final, después de tanto ruido, el silencio...En un momento de ocio, los Stomp se sentaron a leer el periódico pero ni así se quedaron quietos, pues las páginas también produjeron extraordinarias notas musicales. Bueno, hasta la arena creó ritmos muy parecidos a un DJ, porque aunque el espectáculo no puede definirse en un solo género, sí incluyó buena parte de los movimientos mundiales.El show tuvo su buena dosis de comicidad y también algo de dramatismo, escenificando una tribu con sus lanzas y las Cruzadas con sus “espadas” de madera. Atemporal, pero al mismo tiempo actual, urbano de cualquier ciudad.Una tina, un trapeador, un recogedor, un bote de basura, un destapacaños y hasta una tarja de fregadero... pero también con las manos, los brazos, el pecho y las piernas... con todo hicieron música los integrantes de Stomp.La fuerte ovación no se hizo esperar al finalizar la primera pieza y así continuaría el resto de la velada, pues la audiencia supo reconocer la calidad del espectáculo en la maestría de los artistas con el movimiento y el sonido de sus cuerpos.En medio de un escenario netamente urbano, que simulaba una calle cualquiera en un lugar indefinido, salieron los ocho integrantes de este grupo al son del golpeteo de sus escobas y sin un vestuario vistoso, más bien harapiento, que daba realismo a la escena.Los Stomp usaron sus cuerpos y todo aquel elemento que encontraron a su paso, para crear desde una fina nota musical hasta un estruendoso ritual al estilo de una tribu africana, que fueron aplaudidos enormemente por el público que colmó a su máximo el Teatro Nazas.