Comercial a más no poder, el desfile lanzó una pequeña serie de prendas de baño y una colección de bolsos particularmente atractivos, llamados a ser éxitos de ventas absolutos para LVMH, número uno del lujo mundial y grupo propietario de Dior, Kenzo y muchas otras grandes firmasEl tejido vaquero recibió un impulso innovador, bordado con flores y motivos plateados o multicolores, sobre trajes de chaquetas, minifaldas plisadas y abrigos-vestidos trapezoidales con bolsillos a la vista.Para adornar la cabeza, Galliano creó igualmente pequeños sombreros cofias, generalmente rojos, para portar un tul sobre el rostro y gorros de punto años 20, a veces satinados o de lame.Como máximo, una pamela, de dimensiones normales o un gorro de lana tipo levemente rasta o un sombrero tipo "casa de la pradera", por cierto, bastante sorprendente.Nada de ese famoso volumen gigante en la parte superior o inferior de la silueta sin el que ningún modelo de Galliano podría existir.Vaporosa, de volantes, mañanitas, lazos, vestidos flotantes y hasta trajes de chaqueta. Sí. Trajes de chaqueta, ajustados en la cintura, como en los años 50 y muy entallados luego también en las caderas y los muslos. Por ejemplo.A continuación, lejos, pues, de su habitual espectáculo, la colección fue la más femenina nunca vislumbrada en París para un Dior de Galliano.Cualquier instrumento al uso podía servir, pero el dossier de prensa blanco satinado, de resistente cartón, con la lista de los modelos Dior para verano 2005, parecía haber recabado también la unanimidad.De principio a fin, en el interior de esa carpa, el calor fue extremadamente agobiante y cuando las luces se apagaron, calmados también durante unos breves minutos los altavoces, en busca de ese clima propicio a la revelación por venir, la sala entera bajó también su volumen y se contempló abanicándose al unísono.El desfile, anunciado fue en una carpa instalada a los efectos en los jardines de las Tullerías, del lado de la plaza de la Concordia, no muy lejos del Carrousel del Louvre.Desde entonces, nunca hubo más espectáculo paralelo en las colecciones Dior de Galliano.Entre otras razones, quizás, porque el público de aquel desfile histórico, al que asistía también la primera dama francés, Bernardette Chirac, tuvo que esperar más de dos horas sentado en su butaca sin apenas poder moverse para verlo.Por no hablar de los delicados equilibrios del circo de Pekín con que adornó su alta costura para el verano 2003, inspirada en China, cuyo montaje y vestuario fue tan complejo que hubo un antes y un después.Baste recordar su visión faraónica para la alta costura del verano que acaba de terminar, su colección con animales disecados presentada hace unos años en Versalles o el excelente concierto Gospel que acompañó otra de sus presentaciones.Siempre original, John Galliano, el gibraltareño de cultura cultura hispana y formación británica que dirige el destino artístico de la firma francesa sorprendió, sin embargo, por su... ¿simplicidad?El desfile Dior de pret-a-porter para la primavera-verano 2005 fue la pasarela más llamativa de París.