DICHOS DE SOR JUANA
NUNCA A UN VALIENTE
LOS PIES LE SIRVEN
El dicho cuyo comentario aquí comienza quizás contenga para el "valiente" del primer verso una rebosante paletada de idealización. Es de suponerse que no siempre el valiente dejará de usar las extremidades inferiores para conservar su integridad de "valiente". Ha de llegar ocasión en que deba recular porque ante un adversario arrollador que atropelle sin miramientos -un adversario no necesariamente humano- si no se reprime, pasará a ser temerario, si no es que víctima derrotada. Temerario, como se entiende en el Quijote y como lo entiende el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es persona excesivamente imprudente al enfrentar peligros.
Por lo demás -y como sucede con los refranes que siempre para lo que afirma uno existe la contradicción en otro-, es muy popular el dicho de que el valiente vive hasta que el cobarde quiere. De cualquier modo el aforismo de Sor Juana aparte de su dosis de verdad debe entenderse que es parte de un poema y en la poesía -aunque también en el habla coloquial- se usa mucho la hipérbole, es decir, la exageración. Sin duda, es hipérbole, afirmación desmesurada, la de que a un valiente nunca le van a servir los pies para huir, como sugieren los versos de La Americana Fénix.
Cabe aclarar que esos versos son de un poema que la Décima Musa escribe para elogiar a la virreina y lo construye evocando a héroes de la realidad y de la mitología, por ejemplo Ulises y Hércules, César y Pompeyo, Colón, Cortés y Pizarro. Sin embargo, siempre aparecerá la oportunidad de enunciar: como dice Sor Juana, "nunca a un valiente / los pies le sirven".