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La conspiración que mató a Villa

JESÚS G. SOTOMAYOR GARZA

La mañana del viernes 20 de julio de 1923 entre las 7:40 o 7:45 horas sin imaginar lo que le esperaba, debido a la vida tranquila que a partir del año de 1920 cuando de acuerdo con el entonces presidente de la República don Adolfo de la Huerta tomó la decisión de retirarse a la vida privada dejando las armas para siempre, el famoso brazo armado de la revolución, el general Francisco Villa, abandonó la casa de Manuela Casas, la que se ubicaba por la calle Zaragoza de Hidalgo del Parral en compañía de su secretario Miguel Trillo y de sus escoltas Daniel Tamayo, Claro Hurtado, Rafael Medrano, Rosalío Rosales (su chofer) y Ramón Contreras.

El automóvil Dodge, propiedad del general Villa, en tal ocasión fue conducido por el propio Villa, situándose a su lado su secretario Trillo, dos en el asiento trasero y dos en los estribos del propio auto, de la calle Zaragoza de inmediato doblaron hacia la calle Juárez, pasando por el callejón de Meza y la Plaza Juárez para dar vuelta en la calle Gabino Barreda, con la intención de cruzar el puente Guanajuato sobre el río de Parral. Al llegar a la esquina que formaban las calles Juárez y Gabino Barreda, Villa se vio obligado a dar vuelta en tal esquina a disminuir la velocidad del automóvil en virtud de que las lluvias habían formado un pequeño vado por el que corría agua.

Antes de que el automóvil de Villa diera la vuelta para circular por la calle Gabino Barreda, una persona que posteriormente se supo tenía por nombre el de Juan López Sáenz Pardo quitándose su sombrero de palma al paso del carro gritó: "Viva Villa" y breves minutos después de los cuartos marcados con los números 7 y 9 de la calle Gabino Barreda salieron Jesús Salas Barraza, Melitón Lozoya, José Sáenz Pardo, José Herrera, Ramón Guerra, Librado Martínez, José Barraza y Ruperto Nava, todos ellos junto con Juan López Sáenz Pardo tenían días acechando al gran revolucionario para acribillarlo.

El primer grupo que salió de los cuartos antes referidos estaba compuesto por Jesús Salas Barraza, Melitón Lozoya, Librado Martínez y José Guerra quienes tenían la misión de efectuar la primera andanada de balazos y acribillar al Centauro y su escolta mientras que los restantes cuatro hombres repelerían cualquier otro ataque que les hicieran al primer grupo, lo que no fue necesario por lo intempestivo del ataque y por no haber soldados ni policías en los alrededores ni en la población del Parral, por lo que ante tal situación se dispusieron a tirar balazos al carro y sus pasajeros, para después con toda tranquilidad esperar sus caballos, montarlos y salir del pueblo.

Concluido el ataque al Centauro del Norte y su escolta, el saldo fue que junto con Villa cinco de sus hombres fueron muertos, resultando herido Ramón Contreras quien a causa de su herida perdió un brazo. Francisco Villa recibió trece balazos, dos de ellos en los codos de los brazos, uno en una mano que se la destrozó, uno en el hemitórax que le perforó el pulmón, otra bala en el hipocondrio derecho que le interesó los intestinos, una bala expansiva en el corazón, que se lo destrozó, y una bala en la bóveda craneana en la región temporal derecha (tiro de gracia) y seis balas que le rozaron la piel produciendo leves daños. Fueron tres los médicos que embalsamaron los cuerpos y tardaron catorce horas en ello.

El haber publicado El Siglo de Torreón en dos Extras que aparecieron el viernes 20 de julio de 1923 a las nueve de la mañana y a mediodía, la noticia en donde se contenían los primeros pormenores de la muerte del general Francisco Villa, información que le fuera proporcionada por los corresponsales que tenía en Hidalgo del Parral y la Ciudad de México, le valió un gran reconocimiento por la oportuna y veraz información por parte del pueblo lagunero, el cual fue impactado al conocer la noticia en cuestión. No hay que olvidar que el gran revolucionario duranguense estaba plenamente identificado con el grueso de los habitantes de la región lagunera debido a las exitosas acciones bélicas cuyo escenario fueran estas tierras, y a sus prolongadas visitas a las mismas.

Del grupo que ultimó a Villa habrá que resaltar los resentimientos que tenían contra el mismo. Librado Martínez los tenía con motivo de que Villa o su gente abatió a tiros a su progenitor; José Sáenz Pardo porque su padre murió a manos de Villa o su gente, así como un tío; Juan López Sáenz Pardo estaba resentido por la muerte de su hermano Ángel y de su primo hermano Jesús Franco y otros familiares; José Barraza había perdido a su hermano frente a las tropas de Villa; José y Ramón Guerra por la muerte de varios familiares por tropas villistas; Melitón Lozoya estaba amenazado por Villa por haber vendido el mobiliario de la hacienda del Canutillo que pertenecía a la familia Jurado, y Jesús Salas Barraza, quien era diputado ante el Congreso Local de Durango, representante del distrito de El Oro, quien según su versión al haber atacado Villa con gran saña y brutalidad a la gente de su pueblo natal, los ciudadanos le exigían que reivindicara sus derechos pisoteados, además de otras afrentas familiares.

Se ha concluido que el asesinato del general Villa no fue derivado de alguna venganza personal como se pretendió hacerlo aparecer al escoger como autores materiales a ocho personas que se decían agraviadas por el general. El hecho de que la guarnición militar de la plaza de Parral coincidentemente ese día saliera a realizar prácticas para el desfile militar del 16 de septiembre, tal guarnición era comandada por el general Félix C. Lara, quien manifestó posteriormente que se reunió con el general Calles, quien le dio instrucciones de eliminar a Villa por ser un peligro para todo el país, pues tenía conocimiento que en su hacienda tenía un gran acopio de armas las que podía utilizar en cualquier momento.

Estas declaraciones las hizo al periodista Justino N. Palomares en 1922, quien las plasmó en el libro "Anecdotario de la Revolución" agregando el coronel Lara que a su regreso de México, inició juntamente con Jesús Herrera y Gabriel Chávez el reclutamiento de los hombres que bien sabía eran enemigos del general Villa. La anterior versión fue corroborada por uno de los autores materiales del asesinato, el señor Librado Martínez quien señaló a Calles como el autor intelectual del asesinato.

En apoyo a lo anterior no hay que perder de vista que Villa había declarado que don Adolfo de la Huerta era mejor candidato que Calles para la presidencia de la República, y que las armas que se utilizaron fueron carabinas 30-30 y 30-40 así como pistolas calibre 44 y 45, del Ejército. Igualmente, que en una caricatura de la época aparecían dos hombres del pueblo, uno preguntaba al otro "¿Quién mató a Villa?", contestándole "¡Calle …se amigo!" De igual manera que Obregón no fue ajeno a todo lo anterior junto con el general Joaquín Amaro, y los señores Jesús Herrera y Gabriel Chávez.

Por último, que quien se atribuyó la autoría intelectual y material del hecho que se narra fue el Diputado local de Durango Jesús Salas Barraza, quien tuvo comunicación directa con Jesús Agustín Castro y a quien le dio cuenta de inmediato de la muerte de Villa. Tal personaje fue procesado recibiendo una sentencia de 20 años por el delito de homicidio para posteriormente ser indultado, todo lo cual nos lleva a la conclusión de que fue una conspiración la que privó de la vida a Villa hace noventa años.

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