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PRD: en busca de la oportunidad perdida

Gabriel Castillo

Siempre he creído que, tanto en la vida de las personas como en la de las instituciones, hay momentos definitorios. Pero también creo que las oportunidades cuando se presentan, no se deben desaprovechar. Por ello, después de asistir al pasado V Congreso Nacional del Partido de la Revolución Democrática, considero que fue el Congreso de la oportunidad perdida para lograr la transformación profunda y la reorientación del rumbo del PRD.

Grandes expectativas se generaron hacia dentro y hacia fuera, porque no sólo estaba en juego la reforma de los estatutos, sino además la reestructuración de los órganos de dirección y la posible disolución de las corrientes que han venido operando al interior del partido, bajo la lógica de grupos de presión más que como expresiones de pensamiento o de ideas. El Congreso tuvo como lema: “Más Unidos, Más Organizados, Más PRD” y contó con la presencia de los cinco gobernadores perredistas, ex presidentes del partido, miembros del cuerpo diplomático, dirigentes estatales, académicos y desde luego, delegados efectivos de toda la República. Indudablemente un evento importante.

El presidente del partido, Leonel Godoy Rangel, pronunció un discurso más emotivo que otras veces, apelando a la necesaria autocrítica y reconociendo que el V Congreso tenía lugar en medio de la peor crisis del PRD. Hizo un llamado a recuperar nuestros orígenes y volver a representar las mejores causas de este país, por lo que habló de entrar a una nueva etapa partidista donde se cumpla con la legalidad interna a partir de una nueva normatividad. Al mismo tiempo y de manera destacada pidió la disolución de las corrientes actuales para que, en caso dado, se reorganicen como verdaderas corrientes de opinión sobre nuevas bases. Finalmente convocó a crear una comisión para la renovación del partido y otra especial investigadora contra la corrupción.

Lamentablemente no se cumplieron las expectativas, pues era necesario ir a fondo en la reorientación del rumbo del partido, empezando con la reestructuración completa del Comité Ejecutivo Nacional, pero se optó por mantener las cosas como estaban. Fue desatendida la propuesta del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en el sentido de recuperar los lineamientos que no hace mucho tiempo presentó al Consejo Nacional la Comisión para la Legalidad y la Transparencia, encabezada por el licenciado Samuel del Villar. No se quiso reconocer que ése era el verdadero punto de partida, esto es, una profunda revisión autocrítica, sin autocomplacencias y el asumir responsabilidades por parte de los diversos actores políticos, especialmente los representantes de las corrientes. Tampoco procedió la propuesta de dar un voto de confianza a Leonel Godoy para llevara a cabo la total reestructuración del Comité Ejecutivo Nacional. Debe decirse que se impusieron las presiones de las corrientes para el establecimiento del gatorpartidismo en el PRD, es decir, aparentar un cambio con la Reforma de los estatutos, pero dejando intactas las parcelas de poder de los distintos grupos en los órganos de dirección y manteniendo viejas prácticas.

De cara al decimoquinto aniversario de su fundación, que se cumple este cinco de mayo, el PRD está obligado a tomar decisiones drásticas. Realmente de fondo, para implementar la transformación profunda de un partido que está llamado a encabezar un nuevo Frente Democrático Nacional que, en 2006, haga realidad un nuevo proyecto de nación que la mayoría de los ciudadanos espera ante la falta de claridad en el rumbo del Gobierno foxista. Nadie duda hoy que los graves problemas de nuestro país tienen qué ver con la falta de liderazgo y la pérdida de credibilidad de la figura presidencial, situación que ha propiciado el enrarecimiento del clima político y perfila peligrosamente signos de ingobernabilidad en la nación.

De ninguna manera esto refleja una actitud catastrofista, ni el deseo que le vaya mal al presidente Fox, pues de cualquier forma es el Presidente de todos los mexicanos y tiene el compromiso, por mandato popular, de llevar a buen puerto la nave de la que aún es el capitán. Las circunstancias actuales exigen de todos los actores políticos una actitud responsable; por ello el Partido de la Revolución Democrática, debe llevar al siguiente pleno del Consejo Nacional, que se realizará a mediados de este mes de mayo, la discusión de los grandes problemas del país y la decisión de ir a fondo en la transformación interna para estar a la altura de los requerimientos nacionales.

Se deben combatir en el PRD, como señalara bien el gobernador Ricardo Monreal, los cuatro ismos que le han hecho tanto daño: el sectarismo, el burocratismo, el corporativismo y el patrimonialismo. Pero también se necesita definir con claridad la ruta a seguir para 2006 y más allá, por lo que primeramente se plantea la urgencia de terminar de limpiar la casa y acotar los grupos de presión, a fin de iniciar el impostergable proceso organizativo, que siente las bases para la elaboración del programa que habrá de discutirse por todos los perredistas, de cara a la nación, en la perspectiva de construir la plataforma de Gobierno para el próximo sexenio que refleje un proyecto alternativo al neoliberal. Después de todo esto vendrá necesariamente la discusión y selección del mejor candidato que represente al más amplio Frente Democrático Nacional, donde seguramente estará la mayoría de los mexicanos. De ese tamaño es el compromiso del PRD, partido que tiene que concluir de una vez por todas con las frivolidades y escándalos, asumir plenamente su responsabilidad histórica e ir en busca de la oportunidad perdida.

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