El robo del siglo
Estás como estás porque así lo has querido.
Maquiavelo
No quisiera estar en sus zapatos. ¡Qué vergüenza! No juzgo pretendiendo una superioridad moral, sino que doy mi opinión considerando la ley universal de "la causa y el efecto". Si el viejo refrán reza: "Pena robar y que te cachen", ahora imagino el tamaño de esa pena frente al mundo.
Sí, me refiero a Lance Armstrong, el héroe que se nos cayó y que nos robó algo que hoy en día es cada vez más escaso: creer en el ser humano.
Dicen que hay dos palabras que no comprendes hasta que las vives: traición y gracia. Y, con historias como la de él o la del padre Maciel, uno tristemente comprende la primera.
Si tomamos en cuenta que los niños crecen y se forman a través de las historias de héroes y de los mitos; la historia de este deportista es un gran robo. Jóvenes y adultos también necesitamos leyendas vivas que nos brinden una luz que ilumine un camino a seguir, un ejemplo a imitar, un motivo de inspiración. Los héroes simbolizan las cualidades que quisiéramos poseer y las ambiciones que tenemos para lograr lo que queremos.
Jung decía que si en una sociedad no hay héroes, hay que crearlos. Y tener cuidado del vacío, porque se puede llenar hasta con falacias como el nazismo. Por eso, lo de Armstrong fue un gran robo al espíritu y a la fe en el hombre, que resulta difícil de reponer.
Como todos, creí en él. Seguí de cerca su trayectoria durante sus años de triunfo. Recuerdo que un domingo por la mañana se me hizo un nudo en la garganta al verlo con los brazos levantados por séptima vez en el estrado de premiación en París.
Me uní a la gente que lo aclamó. Su historia de tragedia, triunfo, transformación y trascendencia me conmovió a tal grado que escribí varios artículos sobre él. Basé una conferencia en este superhombre. Además, realicé un video inspirado en su vida, con el mensaje de la importancia de contactar el héroe que todos tenemos dentro. Por si fuera poco, ¿cuántos usamos orgullosos su pulsera amarilla?
Lo que es la vida, después de ver la entrevista de la famosa Oprah Winfrey a Armstrong, ahora ya hasta dudo sobre la veracidad de su historia de cáncer.
¿Es valor o descaro? Uno se pregunta al verlo en la entrevista, con la quijada apretada, la mirada dura, fría y un rostro ausente de expresión, que responde sin coherencia ni congruencia a varias de las preguntas que la entrevistadora le hace.
"Ganar a toda costa es lo que buscaba", le dijo Armstrong a Oprah. ¡Vaya precio a pagar! A pesar de aceptar haber presionado, mentido, amenazado, demandado, acosado, falsificado evidencias, desprestigiado, confesado y aceptado su sofisticado dopaje, siento que esta vez no alcanzó su meta, no logró la redención que buscaba.
En la entrevista me quedé con varias lecciones y un mal sabor de boca.
Lecciones: 1. En la vida hay que portarse bien, porque tarde o temprano la mugre aflora. Y ¿a quién afecta? A nuestros hijos. 2. Qué presa tan fácil somos del ego, basta ponernos como la zanahoria al burro para que nos corrompa la fama, la ambición, el poder y el control. 3. En la vida puedes hacer mil cosas buenas -su fundación por ejemplo- pero si haces una mala, ésta gana. 4. Qué ciegos podemos ser a nuestra propia sombra y con qué facilidad podemos justificar nuestros errores.
El mal sabor de boca: Cuando dijo: "Yo tomé mis decisiones y me equivoqué", quise entender su derecho a tomarlas. Y también pensé que es cierto que "todos los seres humanos nos equivocamos y nadie puede arrojar la primera piedra", pero aún así me quedé con la sensación de que me habían robado un poco de mi fe en la humanidad.
