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Valdés Carrillo 69.../Hora Cero

Roberto Orozco Melo

El Siglo de Torreón se ocupó en la edición del martes pasado, de la inminente demolición de una casa construida en el año 30 del siglo XX registrada y numerada en el Catálogo Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Los propietarios pretenden arrasar el inmueble histórico, ubicado en la calle Valdés Carrillo número 69 de la ciudad lagunera para construir un estacionamiento de automóviles de tres pisos.

La Hora Cero de ese mismo día estuvo dedicada a comentar los empeños denodados y solitarios que en distintas ciudades realizan unas pocas personas en defensa de antiguas edificaciones contra quienes no tienen el menor respeto por ellas; especialmente los dueños de las propiedades, cuyo derecho de uso y goce de los bienes reales, está protegido por la Ley, sin duda, pero no cuando camina contra el interés público.

La investigación periodística consignó los contradictorios argumentos del Secretario del Ayuntamiento y del Director de Obras Públicas del municipio: Dijo el primero que el permiso de construcción del estacionamiento fue otorgado bajo la condición de respetar la fachada sin modificaciones; mas el titular de Obras Públicas negó haber autorizado el proyecto y anunció que suspendería la demolición y los responsables tendrían que pagar una multa. Curiosamente los funcionarios no identifican a los propietarios del inmueble. Desde Saltillo, el director general del INAH en Coahuila desautorizó enfáticamente el proyecto; nadie solicitó tal permiso ante su dependencia.

La confusión de las autoridades responsables no es un buen signo. Suena descabellado, por otra parte, que se autorice construir un estacionamiento de tres pisos con la condición de conservar la fachada original, que tiene uno solo. Nos lo imaginamos como un bodrio, por más esfuerzos que puedan hacer los arquitectos. El viejo inmueble fue destinado a comercio y bodega y hace poco estuvo ocupado por oficinas. Por otra parte, el dictamen evaluatorio en la ficha del INAH describió al edificio como parcialmente ruinoso; “la construcción tiene planta en C con una crujía principal que es la que se encuentra en mejores condiciones. Las dos crujías laterales presentan gran deterioro, debido principalmente a la falta de mantenimiento. Los muros presentan humedades descendentes por la falta de techos, ya que gran parte de la techumbre se ha colapsado. Existe en las habitaciones abandonadas gran cantidad de suciedad que absorbe la humedad ascendente y (presenta) desprendimiento de aplanados. Algunos de los elementos de madera como marcos, ventanas y puertas son recuperables pero requieren intervención y otras requieren actividades de mantenimiento”.

Anteayer comentamos el dilema de cualquier propietario, adquirente o heredero de propiedades antiguas que cargan un gravamen histórico. Se caen de viejas por el inevitable paso del tiempo y el soslayo de sus dueños. Quizás quisieran salvarlas y analicen las inversiones necesarias para el rescate de los techos que se han venido abajo; cuánto costaría el respaldo de los muros cuarteados, la reposición de las piedras de las fachadas y de los claros, la renovación de los pisos, el eventual reforzamiento de las cimentaciones y demás para intentar la salvación de una casa con tres cuartos de siglo de existencia en parcial abandono.

Pero luego calcularán los beneficios económicos a obtener y finalmente se darán cuenta que su inversión no será redituable; obviamente, después nada harán por salvar al edificio, que desaparecerá en unos cuantos años: Sólo quedará el terreno. El inmueble de Valdés Carrillo 69 no estuvo hecho para uso público sino para explotación privada. Sin embargo, el estilo de su construcción concita el interés de la comunidad por conservarlo, lo cual requiere una autorización bien razonada por el poder municipal.

Ojalá que el Ayuntamiento y el Alcalde reconozcan y apoyen las atribuciones normativas de la Junta del Centro Histórico de Torreón para que dicte una solución sensata sobre el inmediato destino de la casa de la calle Valdés Carrillo, de modo que los directores municipales involucrados respeten y acaten sus recomendaciones. Además resultará necesario e inevitable obtener la opinión experta del Instituto Nacional de Antropología e Historia y después apelar ante los propietarios del inmueble para que asuman las consecuencias económicas respectivas. Hacemos votos porque el aparente conflicto de la estética urbana y la historia, frente a los propietarios de Valdés Carrillo 69, tenga un final feliz para Torreón, ciudad con larga trayectoria y noble memoria de esfuerzos colectivos, a los cuales no resulta ajena su arquitectura urbana.

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