Es oscuro el amanecer. La noche apenas está empezando a dejar de ser la noche; el día apenas está empezando a ser el día. Hay neblina, y la bruma no deja ver el cielo.
El jet levanta el vuelo en medio de las sombras y la niebla. De pronto emerge sobre las nubes, y me deslumbra, intenso, el sol.
Llegan a veces días de tinieblas. Pensamos que nunca más veremos ya la luz. Pero la luz siempre está ahí, aunque no la veamos. Nos basta a veces elevarnos sobre nuestras sombras para que otra vez vuelva a brillar el resplandor que creíamos perdido.
La sombra existe, es cierto. Pero la luz siempre está ahí.
¡Hasta mañana!...