En un principio los movimientos ambientalistas se fundamentaban en la ciencia. Hoy hay un esfuerzo internacional para reducir las emisiones de carbono porque científicos como Mario Molina demostraron que éstos están provocando un cambio climático.
El movimiento ambientalista, sin embargo, se está alejando "cada vez más de los argumentos científicos". Según el ambientalista Fred Pearce, consultor de New Scientist y autor de The Land Grabbers, "Estamos haciendo afirmaciones que simplemente no son sostenibles. Se nos acusa de ser anticientíficos… y no sin razón" ("Why Are Enviornmentalists Taking Anti-Science Positions?", Yale Environment 360, 22 octubre 2012).
La "miope adherencia a la ideología" es notable en tres temas: los transgénicos, la energía nuclear y el gas de esquisto (shale gas). La mayoría de los grupos ambientalistas rechaza las tres tecnologías. Proponer posiciones diferentes, aun con sólidas bases científicas y ambientalistas, significa enfrentar "argumentos irracionales o descalificaciones personales".
No hay indicios de que los alimentos transgénicos sean tóxicos. Mark Lynas, un británico que ha hecho campaña contra estos productos, reconoce: "Cientos de millones de personas han comido alimentos que en su origen han sido genéticamente modificado sin que se haya registrado un solo caso de daño". El trabajo de Gilles-Éric Séralini publicado en Food and Chemical Toxicology, que sostiene que el maíz NK603 puede producir tumores, ha sido severamente cuestionado en la comunidad científica; pero además su principal foco es el impacto potencial del Roundup, un herbicida, y no el transgénico.
Según Stewart Brand, autor de Whole Earth Discipline, "El movimiento ambientalista ha hecho más daño en su oposición a la ingeniería genética que en cualquier otro tema en que hemos estado equivocados." Cuando especialistas como Pamela Ronald de la Universidad de California en Davis señalan que los cultivos genéticamente modificados pueden ayudar a generar una agricultura más sustentable se les descalifica como parte de una "conspiración industrial para envenenar al mundo".
Lo mismo pasa con la energía nuclear. Pearce sostiene que el cambio climático es el principal problema ambiental de la humanidad y piensa que la energía nuclear puede ayudar a "evitar lo peor". "La energía nuclear es la única fuente de electricidad de gran escala y bajo carbono plenamente desarrollada y lista para una gran expansión." Hay que promover los combustibles renovables; pero según George Monbiot, el más prominente columnista ambiental del Reino Unido, "Abandonar nuestra principal fuente actual de energía de bajo carbono en una crisis de cambio climático es una locura."
El cierre de plantas nucleares por el accidente de Fukushima (un desastre diminuto en comparación con el tsunami que lo provocó) aumentará de forma muy importante las emisiones en Japón y Alemania, según Monbiot. Los ambientalistas, afirma, tienen obligación moral de poner los riesgos de la energía nuclear en su justa perspectiva.
La producción de gas de esquisto puede generar contaminación de los mantos de agua, pero ayudará a disminuir las emisiones a la atmósfera. El gas contamina la mitad que el carbón y es una de las razones por las que las emisiones de dióxido de carbono en Estados Unidos cayeron 2 por ciento en 2011.
"No tenemos que ser esclavos de la ciencia -dice Pearce--. Y debemos denunciar la mala ciencia. Pero incurrir en ataques histéricos contra cualquier nueva tecnología…, o acusar a investigadores serios de ser parte de una conspiración mundial, es deshonesto y contraproducente. Los ambientalistas debemos aprender a ser más humildes, más abiertos a otros argumentos y menos predispuestos a descalificar a quienes no piensan como nosotros."
FIRMES
No doblamos las manos ante los normalistas, dice el secretario de educación. "Fue un acuerdo que hicimos" (en el que se aceptó quitar el inglés del plan de estudios).
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