John Dee tenía en su casa 400 libros.
Su biblioteca era la mayor del principado. Era más grande aún que la de la Universidad.
Cierto día lo visitó un canónigo de la Catedral y le pidió que le mostrara sus volúmenes. Entre ellos los había
de Aristóteles y de Platón; de Esquilo, Sófocles y Eurípides; de Séneca, Marco Aurelio y Cicerón; del italiano
Dante, y de un nuevo escritor llamado Shakespeare.
Después de revisar la biblioteca le dijo el prebendado a Dee:
-No veo en tus anaqueles el Libro Sagrado.
Respondió el filósofo:
-Todos los libros que están aquí son sagrados.
¡Hasta mañana!...