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'De Sefarditas y discriminaciones'

DR. SERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ

Durante la llamada "Edad Media", España fue quizá el país más culto de Europa y hasta del mundo entero. Las artes y la ciencia se cultivaban con gran atención y mayores resultados. Había universidades a las que acudían los mejores y más ávidos estudiantes del mundo conocido. Ciudades como Córdoba tenían cientos de miles de habitantes, y servicios urbanos que nada le envidiarían a la Roma de los césares. Y como bien lo consideraba Américo Castro en su "Realidad Histórica de España", tan españoles eran los cristianos como los judíos y los musulmanes. La tolerancia que existía entre los miembros de las tres religiones no tenía igual en Europa.

Por lo que se refiere a la comunidad judía, España fue para sus miembros como una segunda "tierra prometida" después de Israel. Hay una palabra hebrea con la que se designa todavía a la vieja Hispania, y esta palabra es "Sefarad". De ahí que los judíos españoles se autodesignaran como "sefarditas" (sefardim) y que hayan formado uno de los dos grandes ritos judíos (Con sus orígenes en España y extendido posteriormente por la cuenca del mediterráneo, y al mundo entero). El otro sería el de los "askenazitas" (askenazim) a los que pertenecen los judíos de la Europa Central y del este.

Fueron numerosos los intelectuales sefarditas que impactaron el pensamiento de Europa cuando ésta era joven todavía. La "Summa Theologica" de Tomás de Aquino muestra que su autor tenía un gran conocimiento de la filosofía judía, particularmente del rabino cordobés Moshe Maimónides.

La evolución política de Europa y el surgimiento de los estados nacionales durante el Renacimiento, ocasionaron que España iniciara una nueva etapa donde solo el catolicismo tendría cabida. La alianza de Castilla y Aragón selló la suerte de los judíos sefarditas y de los musulmanes españoles. Tristemente, los reyes católicos implementaron la confiscación de bienes y el destierro perpetuo de sus súbditos no católicos.

Los sefarditas se dispersaron hacia los cuatro puntos cardinales, enriqueciendo con su conocimiento a Holanda, Alemania, los estados italianos, Inglaterra y la cuenca del Mediterráneo europeo, africano y asiático. Muchos de ellos vinieron de incógnito a nuestra tierra, es decir, a Coahuila y al Nuevo Reino de León. De algunos de ellos se decía -y se dice todavía- que portaban la sangre real de Fernando de Aragón, que aunque rey católico, tenía sangre judía sefardita por doña Juana Enríquez, su madre. Se dice asimismo que muchos de ellos vinieron gracias a los salvoconductos de sus Reales parientes y con grandes mercedes de tierras y aguas. Se dice que en el norte de nuestro estado hay señoras que encienden y bendicen un par de velas el viernes por la tarde, al ponerse el sol, pensando que se trata de una vieja costumbre católica. Hasta donde sabemos, fuera de los círculos genealógicos de México y Estados Unidos, no existe un estudio serio que aborde estos temas. Queda mucho del antiguo repudio español, según el cual, para mantener el honor y la sangre "limpia", una persona no debe tener ascendientes moros, judíos, ni negros, ni de algún penitenciado por la Inquisición.

Hoy solamente quiero llamar la atención hacia esta rica herencia cultural nuestra, la que recibimos "como a escondidas" de los judíos sefarditas, tan españoles como el que más, y de los cuales ni siquiera nos acordamos al mencionar los antepasados culturales de la Comarca Lagunera. A mí, como historiador e investigador social, me parece extremadamente significativo que en los testamentos e inventarios coloniales de Parras y su jurisdicción, así como en los de Viesca y Saltillo que he visto y leído, no se mencionan los cerdos. Tampoco aparecen en los informes de diezmos. Y no sería sino hasta 1813, que una referencia documental nos atestigua que se iniciaba apenas la cría de cerdos en la Comarca Lagunera. ¿Por qué, siendo tan fáciles de mantener, no existía la cría de cerdos? ¿Existía una inercia cultural "kosher" entre nuestros abuelos comarcanos coloniales?

Por otra parte, y sin nada que ver con lo anterior, mencionamos que en 1907, la campaña de desprestigio y de odio racial alentada por el Estado Mexicano contra los chinos, enrarecía ya el ambiente de la República, y de manera particular, el de Torreón. El gobierno porfirista, "positivo", "científico" y "social-darwinsta", buscaba la inmigración de las razas "superiores" a la vez que frenaba y combatía la llegada de extranjeros asiáticos.

Esto sucedía en la misma época en la que los zares de todas las Rusias alentaban los "pogroms" antijudíos. Un odio racial semejante alentaba en México y en Rusia, aunque el objeto de sus prejuicios fuera diferente.

En 1907, "La Iberia", en su edición del sábado 17 de agosto, página 2, manifestaba que un periódico de Torreón había publicado la nota que se transcribe abajo. En dicha nota percibimos con toda claridad el temor de los chinos ofendidos, el deseo de aplacar de alguna manera la ira injustificada de sus agresores. Pero también es evidente la burla, la discriminación y el desprecio de los ofensores. Hay en esta nota una tensión que permite ver que el ambiente estaba ya enrarecido, cuatro años antes de los funestos asesinatos del 15 de mayo de 1911.

"SÚPLICA. Los colonos en general rogamos al ilustrado público de esta progresista ciudad, se digne abolir la palabra "CHALE" para todos los que pertenecemos al imperio chino, pues no sabemos qué quiere decir dicha palabra, supuesto que mejor entenderemos de "CHINO" y no de "CHALE" que nada significa para nosotros. Rogamos pues, se digne borrar de vuestro dialecto dicha palabra y aceptad de nosotros el más sincero afecto. Woo Lampo".

El asunto no paró ahí. Hay una glosa a la nota periodística anterior, una respuesta burlona del mismo periódico dirigida a Woo Lampo (puesto que no lleva firma el apéndice, solo se puede atribuir al periódico mismo) y es extremadamente reveladora. Dice su texto:

"Aconsejaríamos a Woo Lampo que se dejara de tonterías y fumara cigarros "Flor de Lis" de la "Tabacalera Mexicana" para curar su hipocondría".

Esa "hipocondría" habría de resultar en el salvaje asesinato de más de 300 chinos a la vuelta de cuatro años. ¿Cómo podían estos medios impresos de Torreón en 1907, manejar de manera tan irresponsable la información, al ofender así a los miembros de toda una progresista y pacífica colonia torreonense? Tanta ceguera es inconcebible, a menos que efectivamente hubiera una "agenda" que le trajera beneficios políticos o económicos al periódico en cuestión.

Las declaraciones contenidas en el informe internacional sobre la masacre del 15 de mayo de 1911, son muy interesantes, y establecieron con toda claridad que las causas reales de la matanza y el saqueo fueron el puro "odio de razas y el deseo de saquear y matar".

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