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Galliano va con Dior más lejos en el tiempo y el espacio

UNA INSPIRACIÓN EGIPCIA

Galliano va con Dior más lejos en el tiempo y el espacio

Más lejos todavía, éste podría ser el lema del modisto John Galliano, que ofreció ayer, en el Polo de París, el gran desfile espectáculo de la primera jornada de colecciones de alta costura francesa para la próxima temporada estival.

Imposible o cuando menos difícil llegar sin automóvil -mejor en limusina propia- al lugar elegido en esta ocasión por el modisto gibraltareño para mostrar su colección Dior de lujo, inspirada en su reciente viaje a Egipto.

Fieles a su cita, los invitados fueron alcanzando sin exagerados retrasos esa región particularmente “chic’’ de la capital francesa, situada entre uno de los meandros del río Sena y el bulevar periférico, entre el hipódromo de Longchamp, la gran cascada vecina y el parque de Bagatelle.

A cambio, Galliano les llevó también lejos en el tiempo, pasado y futuro, y en ese arte que domina hasta la perfección y por el que fue ovacionado al final del desfile, cuando saludó vestido de un elegante traje negro, sin referencias desmedidas al tema central de su colección.

Aplaudieron los fastos egipcios con evidente placer, el ministro francés de Cultura, Jean-Jacques Aillagon; la actriz estadounidense Sarah Jessica Parker; la cantante del grupo de rock No Doubt, Gwen Stefani y, por supuesto, Bernard Arnault, propietario del número uno mundial del lujo, LVMH, al que pertenece Dior.

Con Galliano, el país de Tutankamón (Siglo XIV antes de Cristo) trajo a las pasarelas francesas el lujo desbordante de sus tumbas faraónicas, la belleza de sus legendarias diosas y figuras femeninas, sus oros y plisados, sus poderosos maquillajes y la frescura de sus turquesas y corales.

El juego de volúmenes invertidos que tanto aficiona el modisto, por el que agiganta el torso de un modelo mientras minimiza la parte inferior de la figura, o viceversa, el uso y abuso del vestido y la abundante presencia de siluetas longilíneas, y de envolventes cintas convirtió la pasarela Dior en un fresco egipcio de los albores del Siglo XXI.

Túnicas blancas y efectos plisados, bordados color turquesa o coral y corsés tipo “sarcófago’’ fueron algunas de las alegrías que Galliano propuso a su clientela de notables para la Primavera-Verano de 2004.

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