En una de las apariciones de la Virgen de Fátima, en Portugal, el 13 de julio de l917, Nuestra Señora le dice a Lucía -la mayor de los tres videntes-, que es La Virgen del Rosario, y añade: “Es necesario rezar el rosario para que termine la guerra (se refiere a la Primera Guerra Mundial). Con la oración se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores”. En esos momentos, la Reina del Cielo abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor.
Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro, y Ella les dijo: “¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores (en estos momentos la Virgen profetiza la Segunda Guerra Mundial), y el castigo del mundo por sus pecados será la muerte, la destrucción, la escasez de alimentos, la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no -con una propaganda impía-, esa nación difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados, y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho (aquí profetiza la Virgen el atentado a Juan Pablo II). Varias naciones quedarán aniquiladas (recordemos que el mapa mundial se transformó con motivo de la Segunda Guerra Mundial, y este acontecimiento es la mayor desgracia que la humanidad ha sufrido en los últimos años). Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará”.
Cuando los sacerdotes escucharon a los niños hablar de que “Rusia esparciría sus errores por todo el mundo”, dijeron que eso no era posible, que de dónde habían sacado esa tontería. “La santa madre Rusia, Rusia la católica ortodoxa, Rusia que había quedado diezmada por los millones de muertos que tuvieron en la Primera Guerra Mundial, no podía llegar a influir negativamente en el resto de las naciones”. Sin embargo, no fue así. Como todos sabemos, después del asesinato del Zar Nicolás II de Rusia y de su familia por los bolcheviques, Lenin y Stalin, que se encontraban en el exilio, regresan para instaurar el comunismo y esparcir sus errores impregnados de ateísmo en una gran parte de la humanidad. (Así se cumple con exactitud lo que la Virgen profetizó).
Pero, ¿quiénes eran esos bolcheviques, y por qué hicieron tanto daño? Muchas personas tienen conocimiento de los millones de asesinatos causados por Stalin (considerado el más grande criminal de la historia). Sin embargo no están al tanto de los muchos millones que murieron en los primeros días del Bolchevismo, bajo Lenin y Trotsky, ya que fueron éstos quienes iniciaron las primeras matanzas colectivas y los Gulags (campos de trabajo bajo un régimen opresivo de la antigua URSS).
David R. Francis, embajador de los Estados Unidos en Rusia, cablegrafió en Enero de 1918 aWashington lo siguiente: “La mayoría de los líderes bolcheviques son judíos, y el 90% de ellos son exiliados que han regresado. Ellos se preocupan muy poco por Rusia o por cualquier otro país; son internacionalistas y están tratando de empezar una revolución social a escala mundial”. Los seis principales líderes revolucionarios en tiempos de la revuelta comunista fueron: Lenin (que era un 40% judío); Trotsky (cuyo verdadero nombre judío era Lev Bronstein); Zinoviev (cuyo nombre judío era Hirsch Apfelbaum), Lunacharsky (un gentil); Kamenev (cuyo apellido judío era Rosenfeld); y Sverdlov (también judío). Estos líderes comunistas judíos cambiaron sus nombres para disfrazar el hecho de que eran judíos sionistas, tal como se decía en la Enciclopedia Judaica.
La Cheka, o policía secreta soviética, tuvo a un judío, Moses Uritzky, como su primer jefe, y muchos de los que le sucedieron en el cargo también lo eran, incluyendo a Sverdlov y Genrikh Yagoda (que es la palabra rusa equivalente a “Jehuda”, “el judío”). Estos sujetos presidieron los “pogroms” (movimiento originalmente dirigido por las autoridades zaristas para la exterminación de los judíos, y que posteriormente se transformó -con la caída de los Zares- en una máquina asesina que arrebató la vida a millones de cristianos). El ministro de Propaganda soviético durante la guerra era el judío Ilya Ehrenburg, que se distinguió notoriamente por sus exhortaciones a los soldados soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, para que violaran y asesinaran a las mujeres y niños de Alemania.
En el libro “Los últimos días de los Romanov”, Robert Wilton, corresponsal del “Times” de Londres en Rusia durante 17 años, resumió la “Revolución Rusa” con estas palabras: “Toda la crónica del Bolchevismo en Rusia está indeleblemente marcada con el sello de una invasión extranjera. El asesinato del Zar, deliberadamente planeado por el judío Sverdlov y ejecutado por los judíos Goloshekin, Syromolotov, Safarov, Voikov y Yurovsky, es un acto, no del pueblo ruso, sino de un invasor hostil”.
La policía secreta comunista que experimentó muchos cambios de nombre, entre los cuales se encuentra el de la temida KGB, encarceló, torturó o asesinó a 30 millones de rusos y europeos del Este. El ganador del Premio Nobel, Alexander Solzhenitsyn, llegó a la conclusión de que entre 1918 y 1939, por lo menos 66 millones de personas murieron a manos de los dirigentes comunistas de Rusia. En la página 79 de su libro “Archipiélago Gulag II”, están las fotografías de los principales administradores de la mayor máquina asesina de la historia del mundo.
Son Aron Solts, Yakov Rappoport, Lazar Kogan, Matvei Berman, Genrikh Yagoda y Naftaly Frenkel. Los seis son judíos sionistas. Recordemos que el Sionismo es un movimiento que propugnaba y propugna la creación de un Estado Judío soberano en Palestina. (Sin importar arrasar y destruir las poblaciones autóctonas árabes que allí se encontraban). Varios libros lo expresan con claridad, uno de ellos se titula: “Palestina traicionada”.
En un reporte oficial secreto y desclasificado en 1958 -casi cincuenta años después de haber sido escrito y despachado-, el Capitán Schuyler, oficial de Inteligencia de la Armada Americana en Rusia durante la Revolución Rusa, escribió: “Es probablemente imprudente decirlo muy alto en los Estados Unidos, pero el movimiento bolchevique es y ha sido dirigido y controlado desde el principio por judíos rusos de la mayor significación…”.
Es interesante observar que durante ese periodo de asesinatos y de pánico, los judíos fueron una clase protegida, hasta el punto de que el Partido Comunista tomó la medida, sin precedentes en la Historia, de que las expresiones de antisemitismo fueran consideradas delitos antirrevolucionarios y, como tales, castigados con la pena de muerte.
Este enorme, denigrante e infame hecho histórico, ha sido borrado de la conciencia intelectual de Occidente por los verdaderos perpetradores de la “Revolución Rusa”, de la misma manera que un archivo puede ser borrado del disco duro de una computadora. Las fuerzas del judaísmo sionista internacional no querían que el mundo supiera que ellos fueron los principales autores de la más represiva y asesina lacra de la historia de la Humanidad: el Comunismo. El conocimiento de este hecho no generaría buenas relaciones públicas para los judíos sionistas que siempre han querido mostrar a las naciones un rostro bondadoso.
Como podemos darnos cuenta, no únicamente los judíos sufrieron su Holocausto que tanto pregonan, hubo otros Holocaustos que fueron peores. Este es un pequeño homenaje a todas esas personas que fueron masacradas y que hasta el día de hoy permanecen injustamente olvidadas por la Historia.
