Es fundamental entonces en el área de la educación sexual, no sólo conocer las características biológicas que definen a la mujer y al hombre, especialmente en cuanto a su desarrollo y a los cambios de sus caracteres sexuales primarios y secundarios que se manifiestan más abiertamente durante la pubertad y que es algo que justamente se puntualiza en los cursos ofrecidos en las escuelas, sino que también es básico el aprendizaje sobre el proceso de la formación de esa identidad de género femenina o masculina mencionada en la columna anterior. Se trata de un proceso en el que no sólo entran en acción tales caracteres biológicos y sus funciones, sino que además se evidencian una serie de diferencias psicológicas que definen a cada género, y que es también importante conocer, así como el modo en el que cada sociedad y cada cultura va modelando dicha identidad, para precisar entonces lo que sería el concepto de un hombre y de una mujer, al igual que de lo que significaría la feminidad y la masculinidad en dicho contexto. Es importante tomar en cuenta entonces, que mientras los atributos biológicos que marcan esa identidad sexual en el hombre y en la mujer son bastante definidos y universales, no necesariamente sucede lo mismo en lo que respecta a los rasgos psicológicos y socioculturales que definen la identidad de género tanto en el hombre como en la mujer. Debemos tomar en cuenta que precisamente en cada sociedad y en cada cultura, al igual que en cada período histórico han existido y existen ciertos rasgos, roles, funciones, reglas, actitudes, estilos de pensar, expectativas y conductas que han sido o aún son específicos para definir el perfil de sus hombres y de sus mujeres, lo que naturalmente les confiere esa identidad de género masculina o femenina, pero que no necesariamente es o ha sido igual en todo momento, y aún ahora afortunadamente tampoco se ha globalizado por completo todavía.
La antropología y la historia nos enseñan la existencia de ciertas sociedades y culturas más permisivas que se han caracterizado por una mayor flexibilidad y apertura en la definición de tales rasgos de la identidad de género de sus miembros. Pero por otro lado, sabemos de la presencia de otros grupos humanos hasta cierto punto fascistas, que han determinado tales rasgos bajo una perspectiva sumamente rígida y estricta, lo que consecuentemente trae niveles importantes de discriminación, marginación, persecución y hasta abuso y exterminación de aquellos miembros que no cumplen en forma rigurosa con estas expectativas de lo que sería la identidad de género apropiada para cada caso. Obviamente, en dichas culturas, aumentará la ansiedad y los niveles de estrés considerablemente, como se ha visto en diferentes períodos de la historia de la humanidad.
Pero además de estudiar la complejidad de estos laberintos relacionados con la formación de la identidad de género para hombres y mujeres, también se tiene que tomar en cuenta como un capítulo consecutivo e igualmente importante en el estudio de la sexualidad, lo que significa la búsqueda de la pareja para hombres y mujeres. Esa búsqueda que forma parte de nuestro diario vivir, aparentemente tan sencilla, que desde los adornos del romanticismo se traduce como dependiente exclusivamente de "la química", del "flechazo", de la atracción a primera vista, del destino, de las casualidades y los vuelcos de la vida, del amor y de toda una variedad de factores que se han mencionado y la han caracterizado a lo largo de la historia de la humanidad, aunque en la realidad tiende a ser definitivamente un fenómeno mucho mas complejo y delicado de lo que quisiéramos pensar; lo cual merece ser estudiado como todo un capítulo aparte en el área de nuestra educación y formación sexual (Continuará).
