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Sustentabilidad de la cuenca Nazas Aguanaval (parte I)

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Algunas veces se ha comentado en esta columna, que el agua que tenemos en nuestras casas o que vemos fluir por los canales revestidos que atraviesan las ciudades de Lerdo y Gómez Palacio, proviene de las tierras altas y medias de los Estados de Durango y Zacatecas. El agua de lluvia que se precipita en esas tierras es atrapada por los árboles del bosque de pino y encino, por los pastizales y los matorrales, para conducirla lenta y gradualmente hasta el suelo en donde se infiltra para dar vida a las mismas plantas y continuar infiltrándose hasta el subsuelo y dar paso a las corrientes subterráneas que forman los acuíferos.

Cuando las gotas de lluvia no encuentran las hojas de una planta y chocan en el suelo desnudo, el agua escurre a través de pequeños arroyos deslizándose hasta juntarse con otros arroyos que incrementan su caudal, y así hasta que finalmente encuentran un cauce mayor como el del Río Sextín o el Río Ramos que a su vez confluyen en alguna parte de nuestra cuenca alta para dar origen a nuestro majestuoso Río Nazas, el cual se apresura en su primer tramo por las pronunciadas pendientes erosionando el cauce, luego se tranquiliza y su potente caudal adquiere un movimiento propio gracias a su estructura de rápidos y remansos. Antes de que hubiera presas, el Río continuaba y pasaba por nuestras ciudades hasta formar grandes lagunas como la del Lagarto en Tlahualilo y la de Mayrán en San Pedro.

Una situación similar, aunque con importantes diferencias ocurre con el Río efímero del Aguanaval cuya hidrología lo lleva hasta la laguna de Viesca. En este fluir de los ríos se presenta una conexión hidrológica con su cauce y riberas, convirtiéndose en una de las fuentes más importantes de la recarga de los acuíferos subterráneos.

Desde luego el párrafo anterior evoca la hidrología natural de los dos ríos que dan nombre al cuenco que capta la lluvia y la escurre y/o infiltra en los Ríos Nazas y Aguanaval. Prodiga en escurrimientos superficiales y ahorradora y conservadora en los acuíferos subterráneos. Muchos factores pueden afectar el funcionamiento de la cuenca, desde luego factores naturales como las sequías recurrentes o los factores humanos principalmente los relacionados con el uso de la tierra o la combinación de ambos.

Desde la parte alta hasta la más baja, la cuenca Nazas Aguanaval se viene usando para diferentes propósitos, el forestal, el agropecuario y el urbano son algunos de éstos. El impacto de un uso inmoderado en el bosque y en los pastizales naturales por una tala severa o un sobrepastoreo, ocasiona cambios en el caudal haciéndolo irregular, se incrementa la carga de sedimentos y en general disminuye la calidad del agua. En la parte baja de la cuenca, la sobreexplotación de los acuíferos ocasiona descensos en el nivel del agua subterránea debido a que se extrae mucho más de la que se recarga, se eleva la concentración de sales en el agua y con ello la concentración de arsénico en muchos de los pozos.

Todos los problemas ocasionados por un manejo inadecuado de la cuenca finalmente afectan a los usuarios de la parte baja, no obstante, de ninguna manera podría culparse a los habitantes de la parte alta o media de la cuenca, no pueden ser los chivos expiatorios del probable colapso que se avecina. La magnitud del daño es mucho mayor en la parte baja de la cuenca.

Hasta ahora, las distintas autoridades relacionadas con el manejo del agua no han podido solucionar el grave problema de la sobreexplotación del acuífero. La urgencia y necesidad de aplicar nuevos enfoques al manejo de la Cuenca Nazas Aguanaval, son ya impostergables. El enfoque de manejo integral de cuenca es el más reconocido tanto a nivel internacional como nacional, no obstante, en su aplicación cada quien le da su propia interpretación y delimitación. Debemos por tanto ser más precisos, el enfoque debe contener premisas básicas como el manejo de ecosistemas, orientado a preservar o restaurar el funcionamiento natural de los ecosistemas terrestres y acuáticos de la cuenca, incluyendo los humedales riparios y los acuíferos, el manejo sustentable que se basa en el funcionamiento natural de los ecosistemas para asegurar la provisión de agua y servicios ambientales en el presente, sin comprometer la disponibilidad de estos servicios para las generaciones futuras (WWF México, 2007), y en este contexto, establecer los canales de comunicación entre los diferentes actores que somos parte de la cuenca, para construir acuerdos para una gestión racional del agua. En México se están llevando a cabo Programas de manejo integrado y sustentable de cuencas hidrográficas, que bien valdría la pena revisarlos.

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