"Burocracia es el arte de hacer imposible lo posible."
Javier Pascual Salcedo
Si el Gobierno de México realmente quisiera fomentar la adquisición de autos nuevos, la medida lógica y sencilla sería eliminar, o cuando menos reducir, el impuesto sobre automóviles nuevos (ISAN), un gravamen especial que se aplica a los vehículos en México por encima del impuesto al valor agregado. El ISAN es, de hecho, el factor que hace que los autos nuevos en nuestro país sean más caros que en Estados Unidos.
En lugar de aplicar la medida lógica y sencilla, sin embargo, el presidente Felipe Calderón ha preferido recurrir a la vieja tradición política mexicana de complicar las cosas para aprovecharlas en lo electoral. De esta manera su Gobierno ha dado a conocer una serie de engorrosas reglas que difícilmente lograrán que la gente tire la chatarra y compre vehículos nuevos.
El programa considera el pago de 15 mil pesos por vehículo de más de 10 años de antigüedad acreditables a la compra de un automóvil nuevo. Ahí empiezan las dificultades. No es lo mismo un auto de 10 años y un día que uno de 20 o 25 años. Algunos tienen un precio de mercado varias veces superior, mientras que otros quedan muy por debajo de esa cantidad. Al establecer un monto igual para todos, sin considerar el precio de mercado, el Gobierno está promoviendo un problema de corrupción y burocracia cuyo costo rebasará con creces el dinero que se está inyectando al programa.
No todos los solicitantes podrán tener acceso a este subsidio. Las reglas publicadas en el Diario Oficial de la Federación señalan que sólo las empresas fabricantes que firmen un convenio de colaboración con la Secretaría de Economía podrán aplicarlo. El laberinto burocrático será perverso: "El monto acreditado del primer apoyo de la empresa beneficiaria es igual al número de vehículos elegibles nuevos vendidos con descuento de 15 mil pesos
Las empresas recicladoras de chatarra deberán expedir un certificado para que se pueda acreditar su dinero al ciudadano. La Secretaría de Economía ha previsto un segundo apoyo después de que las empresas elegibles hayan vendido 8,000 vehículos cada una. Estamos viendo un sueño típico de burócrata, en que los costos reales de transacción ni siquiera se consideran.
¿Por qué no opta el Gobierno por un programa sencillo que con transparencia y equidad promueva la venta de automóviles nuevos o la disposición de autos viejos? ¿Por qué no reducir o eliminar el ISAN o financiar el reciclaje de chatarra? Porque el Gobierno no podría presentarse ante los "beneficiarios" como un benefactor que les dio un trato preferencial frente al resto de los mexicanos.
El actual Gobierno está actuando con el mismo instinto corporativista y burocrático de todos sus predecesores. No es que el presidente no entienda la necesidad de construir un sistema más sencillo, equitativo y eficaz. Cuando era candidato prometió eliminar la tenencia y promover un impuesto sobre la renta de tasa única. La tenencia, sin embargo, sigue en vigor, mientras que el impuesto de tasa única se vio reemplazado por un complejo engendro que así se llama, pero que se superpone al impuesto sobre la renta ya existente.
El programa de chatarrización es tan complejo que no promoverá el reciclaje ni incentivará a la industria automotriz. Es simplemente un plan clientelar que en corrupción y burocracia terminará costándonos mucho a los mexicanos, y sólo para que el PAN se pare el cuello frente a unos cuantos "beneficiarios".
SIN AGUA
Los cortes de agua del sistema Cutzamala a la Ciudad de México son ya diarios. El futuro nos ha alcanzado. La idea de construir una ciudad de más de 20 millones de habitantes en una planicie a 2,400 metros de altura sin aprovechar la lluvia y cobrando un precio irreal por el agua traída de lejos ha resultado, finalmente, un fracaso.
