Seguramente todos lo hemos pensado en algún momento de la vida, especialmente en día de quincena: ¿Qué estoy haciendo en este trabajo? ¿No podría encontrar algo mejor? ¿Qué vida es ésta, sobándome el lomo ocho horas diarias, en una labor monótona, en donde lo más estimulante que puede verse son las paredes desconchadas de la oficina, la jeta de los clientes (o alumnos), la torta de aguacate que Lupita se come infaliblemente entre 10:00 y 10:12 de la mañana?
Y cada quién tiene su noción de la chamba ideal. En eso, como en tantas cosas, cada cabeza es un mundo. Habrá quienes piensen que el mejor trabajo sería aquél en el que no se laborara, físicamente al menos; otros, el que permitiera el goce de los placeres sensuales
Pues bien, la comisión turística de la provincia australiana de Queensland anunció, hace algunos meses, que le daría el mejor trabajo del mundo al ganador de un concurso a nivel mundial. Ello, con el objetivo de promover las bellezas de aquella región, en cuyas aguas está la mayor cadena de coral del mundo, un sitio de belleza francamente abusiva
¿Cuál es el mejor trabajo del mundo, según estos genios de Queensland? Bueno, recorrer una isla paradisíaca, informando en un blog de Internet lo que le parezca interesante, cargando videos para que el mundo conozca ese rincón del planeta. Todo ello, con hospedaje, comida y viajes a otras islas totalmente pagados
Al parecer mucha gente creyó que, en efecto, ésa era la mejor posición laboral a la que puede aspirar un ser humano. Más de 35,000 personas enviaron sus candidaturas, algunas realmente ingeniosas. El jurado ha de haber tenido un infierno espulgando semejante cantidad de solicitudes Printaform con fotografía reciente.
El ganador fue un aventurero británico llamado Ben Southall. Según se columbra en su currículum, el susodicho jamás en su vida ha hecho nada productivo. Se ha dedicado a los deportes extremos, vagar por lugares exóticos y sonreír hasta en la fotografía del pasaporte. Y ahora tendrá que informarle al mundo de las bellezas y placeres de una isla bellísima
Si no se le ha hecho nudo el estómago mientras lee esto, en tanto rumia lo que le espera en lunes, amigo lector.
