Érase una bruja, altiva y portentosa
Era una basca de senil carácter
Era presumida y orgullosa
Era difícil de alcanzar el Mater.
Era de color jengibre ahumado
Parecía rana, haciéndose graciosa
Tenía un apetito por decir desmesurado
Y roncaba cual ballena bulliciosa.
Bostezaba cual violín desafinado
Era codo, marraja y agarrada
Caminaba como potro herniado
Y vivía cual cucaracha miedosa y asustada.
Usaba lentes de fondo de botella
Se peinaba con peine de diente ancho
Cual falda plisada era toda ella
Y tenía el pelo grueso, chino y algo rancio.
Su nariz era cañería tapada
Larga y aguileña como pinza rara
Y así creyéndose siempre lo máximo
Murió como estatua de sal olvidada.
Del libro:
En el Alarido de lo Inmarcesible.