EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

La gran Enriqueta

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

La Laguna ha perdido a la mejor escritora que haya producido esta tierra. Hace un par de días dejó este mundo Enriqueta Ochoa, la gran Enriqueta, la Tía Queta como era conocida por su familia extendida.

Es una pérdida para las letras nacionales, sí. Pero también lo es para la Humanidad. Enriqueta era de esos seres humanos luminosos, que se entregan a su arte con una pasión contagiosa. Ello los lleva a regalarlo, a distribuirlo con generosidad a quienes se encuentran a su alrededor. En un mundo lleno de mezquindad y de avaricia, personalidades como la de la Tía Queta son lamentablemente escasas; y por lo mismo, sus ausencias nos causan un mayor dolor.

Y es que Enriqueta Ochoa no fue sólo una gran poetisa, de las mejores que produjo este país durante el Siglo XX. Sino que, a lo largo de su vida, estimuló las vocaciones de cientos de jóvenes, que formal o informalmente, en talleres o en su casa, se acercaban a ella para absorber el espíritu y el ánimo que emanaban de Enriqueta. Y lo siguió haciendo hasta que su salud se lo impidió, hace un par de años. Quién sabe cuánta gente es hoy amante y artífice de la literatura por el entusiasmo por ella inyectado.

Enriqueta inició sus estudios en la tierra que la vio nacer, contra viento y marea. En el pueblo rabón y provinciano que era Torreón en aquellos entonces (¿era?; ¿en aquellos entonces?), el que una señorita de buena familia se apasionara por la literatura, la tomara en serio, se propusiera ser escritora, resultó todo un acontecimiento… y no necesariamente bien recibido por las buenas conciencias, que siempre sospechan de una mujer que se sale del rol establecido.

Pero Enriqueta salió adelante, andando de acá para allá, de Marruecos a Toluca, de Xalapa a la Ciudad de México, como creadora y maestra, como consejera y porrista, entregándose a una pasión nunca bien remunerada, generalmente ingrata en un país donde muy pocos leen, y muchos menos leen poesía.

Enriqueta Ochoa nos deja una cauda de buenos libros que ya han trascendido las barreras geográficas y lingüísticas y que, estoy seguro, resistirán el paso del tiempo. Dentro de varias generaciones seguirán siendo clásicos textos como Las urgencias de un Dios, Las vírgenes terrestres, El Retorno de Electra, Bajo el oro pequeño de los trigos, y Asaltos a la memoria.

Se nos fue la Tía Queta, pero nos deja un legado de humanidad, de generosidad, de cariño sin tasa. Y su poesía, que es la mejor herencia que puede dejarle a este mundo una poeta. Sobre todo, una tan excepcional como Enriqueta Ochoa. Vaya un abrazo a Marianne, Alejandro y sus nietas.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 398054

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx