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Viven en condiciones precarias / SAN PEDRO DE LAS COLONIAS, COAH.

Por María Cecilia Aguilar

El Siglo de Torreón

SAN PEDRO, COAH.- Los pies de casa El Mirador parecen palomares, pero estos pequeños cuartos son la vivienda de 20 familias que desde el año pasado los habitan bajo las condiciones más precarias.

A un costado de la carretera Torreón-San Pedro, se localizan. Permanecen bajo una raquítica infraestructura. En un terreno de ocho de ancho y 18 metros de fondo, solamente fueron construidos 24 metros cuadrados. Eso es lo que cada familia recibió el año pasado por seis mil pesos.

María de Jesús Franco Viesca, una joven ama de casa, dice que ella no es la propietaria del cuarto que habita: “Me lo presta una familia, ellos no pueden habitar este lugar, pero sé por una de las vecinas que pagaron poco por estas casas”.

Amable y de sonrisa fácil, esta señora permitió el paso a su vivienda a la representante de El Siglo de Torreón, donde pudo constatar que en tan reducido espacio, solamente cabe una cama y un ropero... y nada más.

Ella, su esposo y sus dos hijas, una de nueve años llamada Janet y Jessica de cuatro años de edad, habitan en ese reducido espacio.

¿Cómo es que viven?, fue la pregunta obligada.

“Pues, así, como podemos nos acomodamos... en veces mi esposo y yo dormimos en el suelo”, dice al tiempo que recomienda a la pequeña Jessica tener cuidado, pues correteaba alrededor de una parrilla depositada en el suelo y que en ese momento estaba en función, porque preparaba la comida del medio día.

“Es que se me acabó el gas... y no tenemos para comprarlo”, argumenta como para justificar la presencia del quemador en el suelo.

En una cama sobre un típico cobertor a cuadros, dormía su esposo, Jesús Natividad Orozco Pérez, quien estaba por despertar, “ya que tiene que irse a trabajar en la maquila, allá en Torreón y como viene ‘renoche’, duerme casi toda la mañana”.

Su esposo gana 450 pesos solamente. “Casi no nos alcanza para nada, las niñas necesitan muchas cosas y pues en verdad, les damos poco”.

Argumenta estar agradecida con las personas que le prestan el cuarto, pues de esa manera están intentado ahorrar, “ande, mi sueño siempre ha sido tener una casita, qué tiene que esté así de chiquita, pero mía”, comenta al tiempo que con ojos tristes mira sobre el lugar.

En un recorrido por el área, se pudo constatar que los colonos carecen de muchos servicios públicos, para empezar, no tienen luz eléctrica, por eso la mayoría de ellos están colgados.

Una señora madura, de tez morena y cabellos encanecidos, de nombre Martha, expone que necesitan mucho apoyo por parte de las autoridades municipales, “somos gente muy pobre, quien puede tiene la opción de construir otro cuartito, quienes no, sufrimos mucho, pues no cabemos, hace mucho calor y cuando llueve, esto parece un pantano de lodo”, dice al tiempo que señala una de las calles sin pavimentar y con hierba crecida por doquier.

Está consciente que no les costó mucho dinero adquirir el espacio, “bueno, no es mucho, pero viera cómo batallamos para conseguirlo... hasta intereses tuvimos que pagar... pero bueno, esto es nuestro patrimonio y quizá todo esto que ahora pasamos, después valga la pena”.

Estos pies de casa tienen un reducido cuarto de baño. Así es como viven estas personas, en su mayoría gente que trabajó en el campo, jornaleros que por carecer de ingresos fijos y de mínimas entradas de dinero, agradecen la suerte de tener aunque sea un “palomar” para vivir.

Programa Social

Los llamados “pies de casa” también conocidos como Programa Viva corresponden a una actividad social implementada por el Instituto Estatal de la Vivienda, que inició en este municipio en 1999 y donde participan los tres gobiernos, municipal, estatal y Federal.

Es en Viva 1999, donde surgieron los pies de casa El Mirador, dice la titular del Departamento de Tenencia de la Tierra, Ana Carmen Fernández, “la normativa del programa indica que el costo tanto del terreno como de la construcción entregada a los solicitantes, era de 36 mil pesos, donde seis de ellos tenían que ser entregados por los interesados”.

Lo que salva a este programa, afirma, “sin duda es el terreno, las personas estuvieron conscientes de que solamente un cuarto de usos múltiples y un baño se les entregaría y que ellos con el tiempo irían construyendo más habitaciones a su gusto y conforme a sus posibilidades”.

De los servicios públicos que les faltan, aconsejó que deberían acercarse a las instancias correspondientes y por escrito solicitar la mejora.

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