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Legalizar drogas

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo

y mente, el propio individuo es soberano”.

John Stuart Mill

Finalmente los legisladores del PRD en el Distrito Federal tuvieron el valor de iniciar el debate al proponer la legalización de la marihuana. La iniciativa es modesta en sus objetivos y, en verdad, es poco probable que prospere a pesar de esta moderación debido al rechazo de otros partidos. Pero lo que puede ser importante es que empiece una discusión pública que lleve con el tiempo a abolir una de las legislaciones que más daño le han hecho a la sociedad mexicana.

La primera razón para legalizar no sólo la marihuana sino cualquier droga prohibida tiene que ver con los derechos humanos fundamentales. La sociedad no tiene por qué meterse en las decisiones de los individuos que no afecten a terceros. Las drogas pueden ser peligrosas o incluso abiertamente dañinas; también lo son otros productos, como las bebidas alcohólicas, el tabaco o ciertos alimentos. El Estado no tiene derecho a prohibir a las personas el consumo de alguno o varios de estos productos. Mucho menos tiene derecho a hacerle daño al individuo al encarcelarlo por el delito de hacerse daño a sí mismo.

La otra razón para legalizar no sólo la marihuana sin cualquier droga tiene que ver con la ineficacia de la prohibición como forma de evitar o siquiera reducir el consumo de drogas. Durante años hemos tenido en vigor tanto en México como en buena parte del mundo penas corporales por el consumo, venta o transporte de droga. No hay ninguna indicación de que la prohibición haya servido para evitar o reducir el consumo de drogas. Por el contrario, el período de prohibición, que empezó a aplicarse realmente con fuerza a partir de los años sesenta en los Estados Unidos, cuando los hijos de la clase media empezaron a consumir drogas, ha correspondido al lapso de mayor crecimiento en la historia en el consumo de estas sustancias. Las encuestas nacionales de adicciones muestran un aumento constante en el consumo también en México.

Las fuerzas de la economía condenan al fracaso cualquier intento por reducir el consumo de droga a través de la prohibición. Según la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen, en 2003 el mercado mundial de drogas ilícitas era de 13 mil millones de dólares al nivel de producción, pero se elevaba a 94 mil millones de dólares en el mercado al mayoreo y alcanzaba los 322 mil millones de dólares en la venta al consumidor final. En otras palabras, el margen de rentabilidad entre la producción y la venta al menudeo es de 2,500 por ciento. ¿Cuántas empresas del mundo pueden ofrecer ese margen?

La consecuencia económica es muy sencilla. Hay un incentivo enorme para la producción de droga. Los golpes contra el narco, como los decomisos, producen incentivos adicionales al hacer que suba el precio en las calles. Cuando algún capo es capturado o ejecutado, de inmediato surgen decenas de aspirantes a ocupar su lugar.

Víctor Hugo Círigo, el presidente de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y el PRD han entendido esta situación. Círigo ha justificado la iniciativa de legalización de la marihuana como un golpe directo al bolsillo de los narcotraficantes. Y tiene razón. Los principales enemigos de la legalización son los distribuidores de droga. Para ellos sería un golpe brutal que se creara un mercado normal para estos productos. Una vez que se perdiera el incentivo de la prohibición, los márgenes de utilidad del negocio caerían a los niveles de otros mercados. Y ésos no son suficientes para ellos.

Una de las ventajas de legalizar las drogas sería poner a trabajar a nuestras corporaciones de seguridad pública y procuración de justicia en aquellos crímenes que sí tienen víctimas, como es el secuestro. En la actualidad, el 59 por ciento de las denuncias a nivel federal es por delitos contra la salud. Esto hace que un porcentaje similar de los recursos de la PGR se dedique a estos delitos, en que se castiga a personas por hacerse daño a sí mismas. La legalización de las drogas permitiría a la PGR dedicar más tiempo y esfuerzo a combatir los delitos con víctima.

Independientemente de las consideraciones prácticas, sin embargo, hay una razón de principio para exigir la despenalización de las drogas y no sólo de la marihuana. La función del Estado es proteger a los individuos de agresiones de terceros y no del daño que puedan éstos ocasionarse por decisión propia. El Estado debe proporcionar la información que permita al individuo conocer los riesgos de sus conductas y la educación que promueva conductas socialmente beneficiosas. Pero no es correcto que el Estado castigue al individuo por conductas que sólo a él le hacen daño.

EMPIEZA LA RECESIÓN

Los mercados bursátiles y financieros cayeron otra vez ayer. El factor que ocasionó el desplome en esta ocasión fue una baja de 1.2 por ciento en las ventas al menudeo en septiembre, el tercer mes consecutivo de descenso en este indicador. La Unión Americana parece estar ya en recesión. Los inversores, que en otros tiempos consideraban las recesiones como una parte normal del ciclo económico, hoy se asustan ante lo que pueda ocurrir. Las consecuencias no se están quedando en los Estados Unidos. En México y el resto del mundo cayeron ayer también las bolsas, mientras que el peso mexicano perdió terreno una vez más frente al dólar. El miedo también está globalizado.

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