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Escurrimiento del Agua

A la ciudadanía

Magdalena Briones Navarro

“El escurrimiento del agua se desencadena cuando la intensidad de las precipitaciones sobrepasa

la capacidad de absorción del suelo”.

En las altas cumbres montañosas puede no haber más que rocas casi privadas de vida, o sin rastros de ella. Son ahí frecuentes las lluvias, las nevadas o la acumulación perenne de hielos y nieve. Las primeras tienden a congelarse con cierta rapidez debido al frío reinante. Estos tonelajes de agua congelada tienden a deslizarse entre roquedales y montañas formando glaciares, los que en la medida en que recorren menores alturas lentamente percolan agua al subsuelo, lanzan vapor al aire y finalmente terminan en zonas mucho más bajas fracturándose en grandes bloques de más rápido derretimiento, formando depósitos de agua superficial o corrientes cuyo flujo, como el de todo líquido, estará en función de la mayor o menor pendiente que exista.

En climas templados, con montañas menos altas y estaciones más diferenciadas, puede haber, o no, glaciares; sin embargo, lo que les rodea no son nieves perpetuas, hay bosques y pastizales defensores increíbles de suelos y agua. Protegen el suelo del martilleo de la lluvia y detienen la fuerza de la escorrentía evitando así su erosión; acumulan nieve en su caso, la que en primavera empieza a fluir entre las raíces de las plantas y las grietas del suelo formando corrientes subterráneas “caudal de base” de los ríos y arroyos superficiales. Las pendientes naturales y la calidad más o menos porosa y permeable de los distintos suelos de la cuenca llevarán los caudales mayores hasta el mar, o en el caso de La Laguna, hasta las planicies de inundación formando lagunas.

En nuestra Región, como en las distintas zonas áridas del mundo, las lluvias son escasas, la evaporación mucho mayor y si llegan “aguaceros” locales no significan mucho aparte de refrescar un poco el ambiente; como la humedad del suelo es poca o nula antes de la lluvia, tendrá más dificultad para humedecerse, la evaporación seguirá siendo muy alta, así que difícilmente esa agua llegará a los acuíferos.

Por otra parte, el golpeteo de las gotas de gran tamaño sobre un suelo desprotegido, causa la formación de una capa delgadísima de polvo arrancado por el impacto, que tapona los poros del suelo, reduciendo así la infiltración, por lo que no debería permitirse su establecimiento. Un suelo ligero y ventilado será más permeable que uno apretado y compacto.

Los suelos desnudos o con escasa vegetación son erosionados fácilmente por el escurrimiento que arrastra las partículas de la superficie, pero aunque los suelos sean casi planos, continuará el flujo que muy pronto encontrará puntos de paso más llanos o porosos, donde aumenta la rapidez del agua que arranca partículas más grandes provocando cárcavas de difícil manejo y rectificación, ya que también arrastran importantes masas de tierra tornando lodosas las corrientes que en su terminación depositan todos estos sedimentos perturbando el sistema de desfogue que puede desplazarse con el tiempo.

“En un régimen natural la carga de un río asegura cierto equilibrio de su perfil a lo largo (del cauce), y los elementos llevados hacia abajo son reemplazados por elementos que llegan de arriba. Si se perturba este proceso, por ejemplo, mediante la construcción de presas río arriba, que van a cortar el fluir de los sedimentos, se hunde el lecho del río: los sedimentos exportados durante las crecidas ya no se reemplazan. Lo mismo puede decirse de la explotación de arena y grava de los lechos activos de los cursos de agua, que crea un desequilibrio del perfil río abajo... Se explica así… el hecho de encontrar al descubierto las bases de las columnas de ciertos puentes”. (El Agua, G. de Marsily. Ed. Siglo XXI, Méx. 2001).

La Región Lagunera fue favorecida anualmente por las corrientes de los ríos; en apoyo a cultivos altamente redituables, se depoblaron los suelos de la vegetación nativa. Árboles, pastos y plantas del desierto. Cuando, por la razón que sea, los cultivos se suspenden y se dejan los suelos desnudos, éstos quedan a merced de la acción del sol y del viento; ya secos sufren terrible erosión con la natural pérdida de fertilidad y estructura. Se desertizan.

Si además el manejo del agua ha sido desacertado y costoso, si los bosques se han deteriorado a marchas forzadas, si no ha habido estudios de cuencas provisores de mejores administraciones enfocadas al bien común, no al rumboso lucimiento político, estamos viendo ya no el proceso de deterioro sino sus resultados difícilmente enmendables.

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