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Insiste la OCDE en asumir el costo del cambio climático

En la gráfica se observan los efectos del cambio climático en el lago Ontario de Canadá. No se encuentra congelado en una época en la que los lagos normalmente están cubiertos de capas de hielo. (Archivo)

En la gráfica se observan los efectos del cambio climático en el lago Ontario de Canadá. No se encuentra congelado en una época en la que los lagos normalmente están cubiertos de capas de hielo. (Archivo)

EFE

Tomar un conjunto de medidas que hicieran controlable el cambio climático y las consecuencias medioambientales que de él se derivarían costaría sólo un poco más del uno por ciento del PIB mundial de aquí a 2030, un periodo en el que el crecimiento económico global sería del 97 por ciento.

Este es el principal mensaje del informe anual de perspectivas medioambientales que publicó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que subrayó lo “abordable” de ese costo, aunque al mismo tiempo insistió en la necesidad de actuar con carácter urgente y de forma concertada entre todos los países.

“Las soluciones a los grandes problemas medioambientales existen, son aplicables y abordables, sobre todo si se las compara con el crecimiento económico previsto y los costos y consecuencias de la inacción”, destacó en un comunicado el secretario general de la organización, Ángel Gurría.

El citado costo de poco más del uno por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial entre 2005 y 2030 de todas las medidas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero significaría que el crecimiento global se vería amputado de 0.03 puntos anualmente.

De esa forma, durante todo ese periodo la progresión económica quedaría en el 97 por ciento en lugar del 99 por ciento si no se aplicara el arsenal de medidas preconizado por la OCDE, que incluye impuestos ecológicos, tarificación del agua, canjes de permisos de emisión, penalización de los que contaminan, cánones sobre los residuos generados, eliminación de subvenciones a combustibles fósiles o normativas más estrictas sobre eficiencia energética en vivienda y transporte.

Ese dispositivo permitiría contener la progresión de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 12 por ciento hasta 2030, en lugar del 37 por ciento en ausencia de medidas (que subiría al 52 por ciento en 2050).

En caso de inacción, el conocido como “Club de los países desarrollados” advierte de que el mundo tendrá que afrontar una serie de consecuencias mucho más graves.

Las más evidentes serían un calentamiento de la temperatura global de entre 1.7 a 2.4 grados a mediados de siglo respecto al nivel de la era pre-industrial, una reducción “considerable” de la biodiversidad, un agravamiento de la escasez de agua que sufrirían 3,900 millones de personas (mil millones más que ahora), un aumento de la contaminación atmosférica con alza de la mortalidad.

Los autores del informe advierten de que cuanto más se tarde en aplicar medidas, los incrementos de los costos podrían ser considerables.

Gurría indicó que “los países deberán modificar la estructura de su economía para garantizar un futuro más ecológico y más sostenible y emitir poco dióxido de carbono” y que “la transición se habrá de dirigir con cuidado, teniendo en cuenta los impactos sociales y las repercusiones sobre la competitividad y sacando partido de las nuevas oportunidades”.

A ese respecto, precisó que aunque las evoluciones tecnológicas “aportarán también soluciones”, su aplicación generalizada suscita “grandes problemas” sobre los derechos de propiedad intelectual que habrá que abordar.

La OCDE reconoce que ahora son los países desarrollados los principales emisores de gases causantes del calentamiento climático, pero alerta del rápido despegue de economías emergentes, y en particular de Brasil, Rusia, India y China.

Estos cuatro estados generarán en 2030 más CO2 que los 30 miembros de la OCDE, por eso “un reparto equitativo de la carga y los efectos redistributivos serán tan importantes como el progreso tecnológico y la elección de los instrumentos de acción”, de acuerdo con los autores del estudio.

“No basta con saber qué hacer y cómo -argumentó Gurría-. Tenemos que responder también a la cuestión de quién paga qué. El costo mundial de la acción será mucho menos elevado si todos los países actúan de concierto”.

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